Read Ebook: Expedición de Catalanes y Aragoneses al Oriente by Moncada Francisco De
Font size:
Background color:
Text color:
Add to tbrJar First Page Next Page
Ebook has 401 lines and 73611 words, and 9 pages
EXPEDICION
DE CATALANES Y ARAGONESES
AL ORIENTE
por
D. FRANCISCO DE MONCADA
BIBLIOTECA MILITAR ECONOMICA
EXPEDICION
DE CATALANES Y ARAGONESES
AL ORIENTE
BIBLIOTECA MILITAR ECONOMICA
COLECCI?N
DE LOS
MEJORES AUTORES MILITARES
ANTIGUOS Y MODERNOS, NACIONALES Y EXTRANJEROS
Y DE ALGUNOS OTROS DE
CIENCIA E HISTORIA MILITAR.
PUBLICADA
Bajo los auspicios
DEL EXCMO. SR. TENIENTE GENERAL
D. Eduardo Fern?ndez de San Roman Marqu?s de San Roman
Director.
D. Emilio Valverde Y Alvarez
Cuarta seccion.
OBRAS DE HISTORIA MILITAR
Expedicion de Catalanes y Aragoneses, contra Turcos Y Griegos.
POR D. FRANCISCO DE MONCADA
EDICION DE 1777.
A DON JUAN DE MONCADA.
ARZOBISPO DE TARRAGONA
EL CONDE DE OSONA
AL LECTOR
DON FRANCISCO DE MONCADA, tercero Marqu?s de Aytona, Conde de Osona, Se?or de las Baronias de Oz, Aljafarin, Callosa, Tarbena, y otras: segundo Julio C?sar en la valent?a de la Espada y rasgo de la pluma; naci? en la ciudad de Valencia, siendo su abuelo Don Francisco, primer Marqu?s de Aytona, Virrey de este Reino; y fu? bautizado en la Iglesia Parroquial de San Esteban Protomartyr en la pila de San Vicente Ferrer, Lunes ? 29 de Diciembre del a?o 1586. Fueron sus padres Don Gaston de Moncada, segundo Marqu?s de Aytona, Virrey de Cerde?a y Aragon, Embajador en la C?rte de Roma; y Do?a Catalina de Moncada, Baronesa de Callosa. Desde sus tiernos a?os se habia dedicado D. FRANCISCO al estudio de las letras, y de las lenguas Latina y Griega. Cas?n con Do?a Margarita de Castro y Alag?n, Baronesa de Laguna, y Vizcondesa de Isla; y tuvieron por hijo y sucesor ? Don Guill?n Ramon de Moncada, ? quien D. Nicol?s Antonio llama, no Oton como dice Rodr?guez sino Gaston, el cual fu? Virrey de Galicia, Gobernador de la Corona en la menor edad de C?rlos II y Escritor como Don Francisco su Padre-.
Expedicion de Catalanes y Aragoneses contra Turcos y Griegos. En Barcelona por Lorenzo Deu 1623 en 4.? La public? siendo Conde de Osona, que era el T?tulo del Mayorazgo de su Casa.
Vida de Anicio Manlio Torcuato Severino Boecio. Se imprimi? despues de la muerte del Autor en Francfort por Gaspar Rotelio 1642 en 16.
Genealog?a de la Casa de los Moncadas. La insert? Pedro de Marca, Autor Franc?s, grave y noticioso en su Historia de Bearne, impresa en Par?s el a?o 1640 como atestigua el Maestro Fray Joseph Gomez de Porres, Carmelita. El mismo Conde la envi? ? Pedro de Marca el cual imprimi? tambien dos Cartas latinas que el Conde le habia escrito. Esta Genealog?a, en la cual habla de los Condes de Bearne, son las Notas MSS que le atribuye D. Nicol?s.
Antig?edad del Santuario de Monserrate. Acuerdan esta obra Gomez y Rodriguez.
En el Pr?logo al Lector, que preceda ? la primera edicion, advierte el impresor, que por ausencia del Autor se habian cometido algunos defectos, que solo su presencia podia haber remediado; en esta se ha procurado enmendarlos en lo posible, sin faltar ? la exactitud y circunspecion, con que debe procederse en los trabajos ajenos.
LIBRO PRIMERO.
PROEMIO.
Mi intento es escribir la memorable Expedicion y Jornada, que los Catalanes y Aragoneses hicieron ? las Provincias de Levante, cuando su fortuna y valor andaban compitiendo en el aumento de su poder y estimacion, llamados por Andronico Paleologo Emperador de Griegos, en socorro y defensa de su imperio y casa. Favorecidos y estimados en tanto que las armas de los Turcos le tuvieron casi oprimido, y temi? su perdicion y ruina; pero despues que por el esfuerzo de los nuestros qued? libre de ellas, mal tratados y perseguidos con gran crueldad y fiereza b?rbara; de que naci? la obligacion natural de mirar por su defensa y conservacion, y la causa de volver sus fuerzas invencibles contra los mismos Griegos, y su Pr?ncipe Andronico; las cuales fueron tan formidables, que causaron temor y asombro ? los mayores Pr?ncipes de Asia y Europa, perdicion y total ruina ? muchas naciones y Provincias, y admiracion ? todo el mundo. Obra ser? esta, aunque peque?a por el descuido de los antiguos, largos en haza?as, cortos en escribirlas, llena de varios y estra?os casos, de guerras continuas en regiones remotas y apartadas con varios Pueblos y gentes belicosas, de sangrientas batallas y victorias no esperadas, de peligrosas conquistas acabadas con dichoso fin por tan pocos y divididos Catalanes y Aragoneses, que al principio fueron burla de aquellas Naciones, y despues instrumento de los grandes castigos que Dios hizo en ellas. Vencidos los Turcos en el primer aumento de su grandeza Othomana, desposeidos de grandes y ricas Provincias de la Asia menor, y ? viva fuerza y rigor de nuestras espadas encerrados en lo mas ?spero y desierto de los montes de Armenia. Despu?s vueltas las armas contra los Griegos, en cuyo favor pasaron, por librarse de una afrentosa muerte, y vengar agravios que no se pudieran disimular sin gran mengua de su estimacion y afrenta de su nombre. Ganados por fuerza muchos Pueblos y Ciudades, desbaratados y rotos poderosos ej?rcitos, vencidos y muertos en campo Reyes y Pr?ncipes, grandes Provincias destruidas y desiertas, muertos, cautivos, ? desterrados sus moradores; venganzas merecidas mas que licitas. Thracia, Macedonia, Tesalia, y Beocia penetradas y pisada ? pesar de todos los Pr?ncipes y fuerzas del Oriente, y ?ltimamente muerto ? sus manos el Duque de Athenas con toda la nobleza de sus vasallos, y de los socorros de Franceses y Griegos ocupado su estado, y en ?l fundado un nuevo se?or?o. En todos estos sucesos no faltaron traiciones, crueldades, robos, violencias, y sediciones, pestilencia comun, no solo de un ej?rcito colecticio y d?bil por el corto poder de la suprema cabeza, pero de grandes y poderosas Monarquias. Si como vencieron los Catalanes ? sus enemigos, vencieran su ambicion y codicia, no excediendo los l?mites de lo justo, y se conservar?n unidos, dilataran sus armas hasta los ?ltimos fines del Oriente, y viera Palestina y Jerusalen, segunda vez las banderas cruzadas. Porque su valor y disciplina militar, su constancia en las adversidades, sufrimiento en los trabajos, seguridad en los peligros, presteza en las ejecuciones, y otras virtudes militares las tuvieron en sumo grado, en tanto que la ira no las pervirti?. Pero el mismo poder que Dios les entreg? para castigar y oprimir tantas naciones, quiso que fuese el instrumento de su propio castigo. Con la soberbia de los buenos sucesos, desvanecidos con su prosperidad, llegaron ? dividirse en la competencia del gobierno; divididos ? matarse, con que se encendi? una guerra civil, tan terrible y cruel, que caus? sin comparacion mayores da?os y muertes, que las que tuvieron con los extra?os.
Estado de los Reinos y Reyes de la casa de Aragon por este tiempo.
Antes de dar principio ? nuestra historia, importa para su entera noticia decir el estado en que se hallaban las provincias y Reyes de Aragon, sus ej?rcitos y armadas, sus amigos y enemigos; principios necesarios para conocer donde se funda la principal causa de esta expedicion. El Rey Don Pedro de Aragon, ? quien la grandeza de sus hechos di? renombre de Grande, hijo de Don Jaime el Conquistador fu? casado con Gostanza hija de Manfredo Rey de Sicilia, ? quien C?rlos de Anjou con ayuda del Pont?fice Romano, enemigo de la sangre de Federico Emperador, quit? el Reino y la vida. Quedo C?rlos con su muerte Pr?ncipe y Rey de las dos Sicilias, y m?s despu?s que el infeliz Coradino, ?ltimo Pr?ncipe de la casa de Suevia, roto y deshecho, vino preso ? sus manos, y por su ?rden y sentencia, se le cort? la cabeza en p?blico cadahalso, para eterna memoria de una vil venganza, y ejemplo grande de la variedad humana. Don Pedro Rey de Aragon no se hallaba ent?nces con fuerzas para poder tomar satisfacion de la muerte de Manfredo y Coradino, ni despu?s de ser Rey le dieron lugar las guerras civiles, porque los Moros de Valencia andaban levantados, y los Barones y Ricos hombres d Catalu?a estaban desavenidos y mal contentos; y tambien porque mostr?ndose enemigo declarado de C?rlos, provocaba contra s? las armas de Francia, y las de la Iglesia, formidables por lo que tienen de divinas; los Reinos de Sicilia y N?poles lejos de los suyos, sus armas ocupadas en defenderse de los enemigos mas vecinos. Todas estas dificultades detenian el ofendido ?nimo del Rey, pero no de manera, que borrasen la memoria del agravio. En unas vistas que tuvo con el Rey de Francia Filipe su cu?ado, entrevino C?rlos hijo del Rey de N?poles, y deseando el Rey de Francia que fuesen amigos y se hablasen, siempre Don Pedro se escus?, y mostr? en el semblante el pesar y el disgusto que tenia en el corazon, de que todos quedaron mal satisfechos y desabridos, y sin duda ent?nces C?rlos se previniera y armara, si creyera que las fuerzas del Rey de Aragon fueran iguales ? su ?nimo y pensamiento. Pero el cielo se las di? bastantes para tomar entera y justa satisfacion de la sangre inocente de Coradino por medios tan ocultos, que no se supieron hasta que la misma ejecucion los public?.
Los m?seros Sicilianos incitados de la insolencia Francesa, desenfrenada en su afrenta y deshonor, tomaron las armas, y con aquel famoso hecho que comunmente llaman V?speras Sicilianas, sacudieron de la cerviz p?blica el insufrible yugo de los Franceses, y de C?rlos, que injustamente los opremia, dej?ndoles al arbitrio y sujecion de ministros injustos; causa que las mas veces produce mudanzas en los estados, y casos miserables en sus Pr?ncipes. Acudi? luego C?rlos con poderoso ej?rcito ? castigar el atrevimiento y rebeld?a de los s?bditos. Ellos viendo cerrada la puerta ? toda piedad y clemencia, pusieron la esperanza de su remedio y amparo en Don Pedro Rey de Aragon, que en esta sazon se hallaba en Africa, como verdadero Pr?ncipe Christiano, con ej?rcito victoriso y triunfante de muchos Jeques y Reyes de Berber?a, asistidos de la mayor parte de la nobleza y soldados de sus Reinos. Llegaron ante su presencia los Embajadores de Sicilia, llenos de lagrimas, luto y sentimiento; bastantes con esta triste demostracion ? mover no solo el ?nimo de un Rey ofendido por particular agravio, pero el de cualquier otro que como hombre sintiera. Acordaronle la muerte desdichada de Manfredo, y la afrentosa de Coradino, facilitaronle la venganza con ayuda de los pueblos de Sicilia, tan aficionados ? su nombre y enemigos del de Francia. Ultimamente le propusieron el estado peligroso de su libertad, vidas y haciendas, si no les amparaba su valor; por que ya C?rlos estaba sobre Mecina, y amenazaba el rigor de su castigo un lastimoso fin ? todo el Reino. Movido de estas razones y de las que su venganza le ofrecia, acudi? antes que su fama ? Trapana con todo su poder, y fu? con tanta presteza sobre su enemigo, que apenas supo C?rlos que venia, cuando vi? sus armas, y se hall? forzado ? levantar el sitio y retirarse afrentosamente ? Calabria.
Con este hecho el Pontifice como amigo, y el Rey de Francia como deudo, descubiertamente se mostraron favorecedores de C?rlos, y enemigos de Don Pedro, y tomaron contra ?l las armas. El Rey de Castilla que por el deudo y amistad debiera ayudarle, se sali? ? fuera, y se inclin? ? seguir el mayor poder. Don Jaime Rey de Mallorca, su hermano, tambien le desampar?, dando ayuda y paso por sus estados ? sus contrarios, aunque se escus? con las d?biles fuerzas de su Reino, desiguales ? la defensa y oposicion de tan poderoso enemigo; disculpa con que muchas veces los Pr?ncipes peque?os, encubren lo mal hecho, atribuyendo ? la necesidad lo que es ambicion. Don Pedro con esto se hall? sin amigos, solo acompa?ado de su valor, fortuna, y razon de satisfacer el ultraje y afrenta de su casa. Al tiempo que le juzgaron todos por perdido, venci? ? sus enemigos varias veces, reforzados de nuevas ligas y socorros, todo los deshizo y humill? en mar, en tierra. Mantuvo el nombre de Aragon en gran reputacion y fama, y fu? el primer Rey de Espa?a, que puso sus banderas vencedoras en los Reinos de Italia, sobre cuyo fundamento hoy se mira levantada su Monarqu?a. Hechado C?rlos de Sicilia, intent? con mayor poder reducirla ? su obediencia, y en esta hubo grandes y notables acontecimientos; pero siempre la casa de Aragon, se asegur? en el Reino con victorias, no solo contra el poder de C?rlos, pero de todos los mayores Pr?ncipes de Europa que le ayudaban.
Murieron ambos Reyes competidores en la mayor furia y rigor de la guerra, y por derecho de sucesion hered? ? C?rlos Rey de N?poles, su hijo primog?nito del mismo nombre, que en este tiempo se hallaba preso en Catalu?a. A Don Pedro Rey de Aragon sucedieron sus dos hijos, Alfonso mayor en los Reinos de Espa?a, Jaime en el de Sicilia. Prosiguiose la guerra hasta la muerte de Alfonso, que por morir sin hijos fu? Don Jaime llamado ? la sucesion, y hubo de venir ? estos Reinos, dejando en Sicilia ? Don Fadrique su hermano, para que la gobernase y defendiese en su nombre. Despu?s de su vuelta ? Espa?a Don Jaime, recuperadas algunas fuerzas de sus Reinos, renunci? el de Sicilia ? la Iglesia, temiendo que las armas Castellanas, Francesas y Eclesi?sticas ? un mismo tiempo no le acometiesen, y persuadido de su madre Gostanza, que como mujer de singular santidad, quiso m?s que su hijo perdiese el Reino, que alargar m?s tiempo el reconciliarse con la Iglesia. Enviaronse ? Sicilia para poner en efecto la renunciacion Embajadores de parte de Don Jaime y de Gostanza, y entregar el Reino ? los Legados del Pont?fice Romano. Pero la gente de guerra y los naturales indignados de la facilidad, con que su Rey renunciaba lo que con tanto trabajo y sangre se habia adquirido y sustentado, y les entregaba tan sin piedad ? sus enemigos, de quien forzosamente habian de temer servidumbre y muerte; pareci?ndoles ? los Sicilianos cierto el peligro, y ? los Catalanes y Aragoneses mengua de reputacion, que lo que no pudieron las armas de sus contrarios alcanzar en tantos a?os, se alcanzase por una resolucion de un Rey mal aconsejado, volvieron ? tomar las armas, y oponi?ndose ? los Legados, persuadieron ? Don Fadrique como verdadero sucesor del padre y del hermano, que se llamase Rey, y tomase ? su cargo la defensa comun.
Fu? facil de persuadir un Pr?ncipe de ?nimo levantado, en lo mas florido de su juventud, y que por otro medio no podia dejar ser vasallo y sujeto ? las leyes del hermano: ocasion bastante, cuando no fuera ayudada de tanta razon, ? precipitar los pocos a?os de Don Fadrique. Llamose Rey, y como ? tal le admitieron y coronaron. Prev?nose para la guerra cruel que le amenazaba, asistido de buenos soldados, y del Pueblo fiel y pronto ? su conservacion, teni?ndole por segundo libertador de la Patria. Opusose luego ? C?rlos su mayor y mas vecino enemigo, al Papa que amparaba y defendia su causa, y al Rey Don Jaime, que de hermano se le declar? enemigo, cuyas fuerzas juntas le acometieron y vencieron en batalla naval, con que la guerra se tuvo por acabada, y Don Fadrique por perdido. Pero la oculta disposicion de la providencia Divina, que algunas veces fuera de las comunes esperanzas muda los sucesos para que conozcamos que sola ella gobierna y rige, Don Fadrique se mantuvo en su Reino, con universal contento de los buenos, asombro y terror de sus enemigos, y gloria de su nombre.
Deshizose poco despu?s la liga, por apartarse de ella Don Jaime Rey de Aragon, con gran sentimiento y quejas de sus aliados, porque sin las fuerzas de Aragon parecia cosa fatal y casi imposible vencer un rey de su misma casa, y la experiencia lo mostr?, pues apartado Don Jaime de la liga, siempre los enemigos de Don Fadrique fueron perdiendo, y ?l acredit?ndose con victorias, hasta forzarles ? tratar de paces qued?ndose con el Reino; cosa que de solo pensarla se ofendian. Concluy?ronse despu?s de algunas contradicciones, y se establecieron con mayor firmeza con el casamiento, que luego se hizo de Leonor hija de C?rlos con Don Fadrique, con que el Reino qued? libre y sin recelo de volver ? la servidumbre antigua, y el Rey pac?fico se?or del estado que defendi? con tanto valor. El Rey Don Jaime su hermano sustentaba sus Reinos de Aragon, Catalu?a, y Valencia con suma paz y reputacion, amado de los s?bditos, temido de los infieles, poderoso en la mar, servido de famosos capitanes, aguardando ocasion de engrandecer su corona ? imitacion d sus pasados. El Rey de Mallorca Pr?ncipe el menor de la casa de Aragon gozaba pac?ficamente el se?or?o de Mompeller, Condados de Rocellon, Cerda?a, y Conflent, dif?ciles de conservar, por esta divididos, y tener vecinos mas poderosos, entre quien siempre fueron fluctuando sus peque?os Reyes; pero por este tiempo vivia con reputacion, y con igual fortuna que los otros Reyes de su casa.
Eleccion de General.
Tenian los Reinos de Aragon, Mallorca y Sicilia el estado que habemos referido, cuando los soldados viejos, y Capitanes de opinion, que sirvieron al gran Rey Don Pedro, ? Don Jaime su hijo, y ?ltimamente ? Don Fadrique en esta guerra de Sicilia, juzg?ndola ya por acabada, hechas las paces mas seguras por el nuevo casamiento de Leonor con Fadrique, v?nculo de mayor amistad entre los poderosos, en tanto que el inter?s y la ambicion no le disuelven y deshacen, deshecho causa de mas viva enemistad y odios implacables, pareci?ndoles que no se podia esperar por ent?nces ocasion de rompimiento y guerra, trataron de emprender otra nueva contra infieles y enemigos del nombre cristiano en Provincias remotas y apartadas. Porque era tanto el esfuerzo y valor de aquella milicia, y tanto el deseo de alcanzar nuevas glorias y triunfos, que tenian ? Sicilia por un estrecho campo para dilatar engrandecer su fama; y as?, determinaron de buscar ocasiones arduas, trances peligrosos, para que esta fuese mayor y mas ilustre.
Ayudaban ? poner en ejecucion tan grandes pensamientos dos motivos, fundados en raz?n de su conservacion. El primero fu? la poca seguridad que habia de volver ? Espa?a su patria, y vivir con reputacion ella, por haber seguido las partes de Don Fadrique con tanta obstinacion contra Don Jaime su Rey y se?or natural; que auque Don Jaime no era Pr?ncipe de ?nimo vengativo, y se ten?a por cierto, que pues en la furia de la guerra contra su hermano no consinti? que se diesen por traidores los que le siguieron, menos quisiera castigar ? sangre fria lo que pudo, y no quiso en el tiempo que actualmente le estaban ofendiendo, siguiendo las banderas de su hermano contra las suyas. Pero la Majestad ofendida del Pr?ncipe natural, aunque remita el castigo, queda siempre viva en el ?nimo la memoria de la ofensa; y aunque no fuera bastante para hacerles agravios, por lo menos impidiera el no servirse de ellos en los cargos supremos: cosa indigna de lo que merec?an sus servicios, nobleza y cargos administrados en paz y guerra. El segundo motivo, y el que mas le oblig? ? salir de Sicilia, fu? ver al Rey imposibilitado de poderles sustentar con la largueza que antes, por estar la hacienda Real y Reino destruidos por una guerra de veinte a?os, y ellos acostumbrados ? gastar con exceso la hacienda ajena como la propia cuando les faltaban despojos de pueblos y ciudades vencidas. Como entre ambas cosas cesaron hechas las paces, y fenecida la guerra, juzgaron por cosa imposible reducirse ? vivir con moderacion.
El Rey Don Fadrique, y su padre y hermano, con su asistencia en la guerra, y como testigos de las haza?as, industria y valor de los s?bditos, pocas veces se enga?aron en repartir las mercedes; porque dieron m?s cr?dito ? sus ojos, que ? sus oidos, y siempre el premio ? los servicios, y no al favor. Con esto faltaban en sus Reinos quejosos y mal contentos, pero no pudieron dar ? todos los que le sirvieron estados y haciendas, con que algunos quedaron con menos comodidad que sus servicios merecian. Pero como vieron que los Reyes dieron con suma liberalidad y grandeza lo que l?citamente pudieron ? los mas se?alados Capitanes, atribuyeron solo ? su desdicha, y ? la virtud, y valor incomparable de los que fueron preferidos, el hallarse inferiores.
Add to tbrJar First Page Next Page