Read Ebook: Los cuatro jinetes del apocalipsis by Blasco Ib Ez Vicente
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Ebook has 1878 lines and 132054 words, and 38 pages
Vicente Blasco Ib??ez
LOS
CUATRO JINETES
DEL APOCALIPSIS
PROMETEO
SOCIEDAD EDITORIAL
GERMAN?AS, 53.--VALENCIA
ES PROPIEDAD.--Reservados todos los derechos de reproducci?n, traducci?n y adaptaci?n.
?NDICE
PRIMERA PARTE
SEGUNDA PARTE
TERCERA PARTE
PRIMERA PARTE
En el jard?n de la Capilla Expiatoria
Deb?an encontrarse ? las cinco de la tarde en el peque?o jard?n de la Capilla Expiatoria, pero Julio Desnoyers lleg? media hora antes, con la impaciencia del enamorado que cree adelantar el momento de la cita present?ndose con anticipaci?n. Al pasar la verja por el bulevar Haussmann, se di? cuenta repentinamente de que en Par?s el mes de Julio pertenece al verano. El curso de las estaciones era para ?l en aquellos momentos algo embrollado que exig?a c?lculos.
Luego, Julio hab?a hecho un viaje ? Buenos Aires, encontrando en el otro hemisferio las ?ltimas sonrisas del oto?o y los primeros vientos helados de la pampa. Y cuando se imaginaba que el invierno era para ?l la eterna estaci?n, pues le sal?a al paso en sus cambios de domicilio de un extremo ? otro del planeta, he aqu? que se le aparec?a inesperadamente el verano en este jard?n de barrio.
Desnoyers goz? una voluptuosidad casi olvidada--la del movimiento en un vasto espacio--al pasear haciendo crujir bajo sus pies los granos de arena. Durante veinte d?as, sus paseos hab?an sido sobre tablas, siguiendo con el automatismo de un caballo de picadero la pista ovoidal de la cubierta de un buque. Sus plantas, habituadas ? un suelo inseguro, guardaban a?n sobre la tierra firme cierta sensaci?n de movilidad el?stica. Sus idas y venidas no despertaban la curiosidad de las gentes sentadas en el paseo. Una preocupaci?n com?n parec?a abarcar ? todos, hombres y mujeres. Los grupos cruzaban en alta voz sus impresiones. Los que ten?an un peri?dico en la mano ve?an aproximarse ? los vecinos con sonrisa de interrogaci?n. Hab?an desaparecido de golpe la desconfianza y el recelo que impulsan ? los habitantes de las grandes ciudades ? ignorarse mutuamente, midi?ndose con la vista cual si fuesen enemigos.
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