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Read Ebook: Gwen Wynn: A Romance of the Wye by Reid Mayne

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Ebook has 2800 lines and 133241 words, and 56 pages

Illustrator: Enrique Ochoa

POEMA DEL OTO?O

Y OTROS POEMAS

MADRID

DEDICATORIA

A MARIANO MIGUEL DE VAL

Lavemos bien de nuestra veste la amarga prosa; so?emos en una celeste, m?stica rosa.

Cojamos la flor del instante; ?la melod?a de la m?gica alondra cante la miel del d?a!

Amor a su fiesta convida y nos corona. Todos tenemos en la vida nuestra Verona.

Aun en la hora crepuscular canta una voz: <>

Mas coged la flor del instante, cuando en Oriente nace el alba para el fragante adolescente.

?Oh! Ni?o que con Eros juegas, ni?os lozanos, danzad como las ninfas griegas y los silvanos.

El viejo tiempo todo roe y va deprisa; sabed vencerle, Cintia, Cloe y Cidalisa.

Trocad por rosas azahares, que suena el son de aquel Cantar de los Cantares de Salom?n.

Pr?apo vela en los jardines que Cipris huella; Hecate hace aullar los mastines; mas Diana es bella,

y apenas envuelta en los velos de la ilusi?n, baja a los bosques de los cielos por Endimi?n.

?Adolescencia! Amor te dora con su virtud; goza del beso de la aurora, ?oh juventud!

?Desventurado el que ha cogido tarde la flor! y ?ay de aquel que nunca ha sabido lo que es amor!

Yo he visto en tierra tropical la sangre arder, como en un c?liz de cristal, en la mujer.

Y en todas partes la que ama y se consume como una flor hecha de llama y de perfume.

Abrasaos en esa llama y respirad ese perfume que embalsama la Humanidad.

Gozad de la carne, ese bien que hoy nos hechiza, y despu?s se tornar? en polvo y ceniza.

Gozad del sol, de la pagana luz de sus fuegos; gozad del sol, porque ma?ana estar?is ciegos.

Gozad de la dulce harmon?a que a Apolo invoca; gozad del canto, porque un d?a no tendr?is boca.

Gozad de la tierra, que un bien cierto encierra; gozad, porque no est?is a?n bajo la tierra.

Apartad el temor que os hiela y que os restringe; la paloma de Venus vuela sobre la Esfinge.

A?n vencen muerte, tiempo y hado las amorosas; en las tumbas se han encontrado mirtos y rosas.

A?n Anadi?dema en sus lidias nos da su ayuda; a?n resurge en la obra de Fidias Frin? desnuda.

Vive el b?blico Ad?n robusto, de sangre humana, y a?n siente nuestra lengua el gusto de la manzana.

Y hace de este globo viviente fuerza y acci?n la universal y omnipotente fecundaci?n.

coraz?n del cielo late por la victoria de este vivir, que es un combate y es una gloria.

Pues aunque hay pena y nos agravia el sino adverso, en nosotros corre la savia del universo.

Nuestro cr?neo guarda el vibrar de tierra y sol, como el ruido de la mar el caracol.

La sal del mar en nuestras venas va a borbotones; tenemos sangre de sirenas y de tritones.

A nosotros encinas, lauros, frondas espesas; tenemos carne de centauros y satiresas.

En nosotros la Vida vierte fuerza y calor. ?Vamos al reino de la Muerte por el camino del Amor!

INTERMEZZO TROPICAL

I--MEDIOD?A

MIDI, ROI DES ?T?S, COMO CANTABA EL CRIOLLO franc?s. Un mediod?a y el azul fuego env?a.

Es la isla del Card?n, en Nicaragua. Pienso en Grecia, en Morea o en Zacinto. Pues al brillo del cielo y al cari?o del agua se alza en frente una tropical Corinto.

Penachos verdes de palmeras. Lejos, ruda de antig?edad, grave de mito, la tribu en roca de volcanes viejos, que, como todo, aguarda su instante de infinito.

Un ave de rapi?a pasa a pescar y torna con un pez en las garras. Y sopla un vaho de horno que abochorna y tuesta en oro las cigarras.

II--VESPERAL

HA PASADO LA SIESTA y la hora del Poniente se avecina, y hay ya frescor en esta costa, que el sol del Tr?pico calcina. Hay un suave alentar de aura marina, y el Occidente finge una floresta que una llama de p?rpura ilumina. Sobre la arena dejan los cangrejos la ilegible escritura de sus huellas.

Conchas color de rosa y de reflejos ?ureos, caracolillos y fragmentos de estrellas de mar forman alfombra sonante al paso en la armoniosa orilla. Y cuando Venus brilla, dulce, imperial amor de la divina tarde, creo que en la onda suena o son de lira, o canto de sirena. Y en mi alma otro lucero como el de Venus arde.

AIRE DE <>, DE EGBERT VANALSTYNE

EN OCCIDENTE HUNDESE el sol crepuscular; vestido de oro y p?rpura ma?ana volver?. En la vida hay crep?sculos que nos hacen llorar, porque hay soles que p?rtense y no vuelven jam?s.

CORO

Vuela la m?gica ilusi?n en un ocaso de pasi?n, y la acompa?a una canci?n del coraz?n.

Este era un rey de C?lquida, o quiz? de Thul?, un rey de ensue?os l?ricos que sonri? una vez. De su sonrisa herm?tica jam?s se supo bien si fu? doliente y p?lida o si fu? de placer.

CORO

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