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Read Ebook: Gwen Wynn: A Romance of the Wye by Reid Mayne

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Ebook has 2800 lines and 133241 words, and 56 pages

CORO

Vuela la m?gica ilusi?n en un ocaso de pasi?n, y la acompa?a una canci?n del coraz?n.

La tarde melanc?lica solloza sobre el mar. Brilla en el cielo v?spero en su divina paz. Y hay en el aire tr?mulo ansias de suspirar porque pasa con C?firo como el alma oto?al.

CORO

Vuela la m?gica ilusi?n en un ocaso de pasi?n, y la acompa?a una canci?n del coraz?n.

IV--RAZA

HISOPOS Y ESPADAS han sido precisos, unos regando el agua y otras vertiendo el vino de la sangre. Nutrieron de tal modo a la raza los siglos.

Juntos alientan v?stagos de beatos e hijos de encomenderos con los que tienen el signo de descender de esclavos africanos, o de soberbios indios, como el gran Nicarao, que un puente de canoas brind? al cacique amigo para pasar el lago de Managua. Eso es ?pico y es l?rico.

V--CANCI?N

NI?AS QUE DAIS AL VIENTO, al cielo y a la mar la mirada, el acento y el olor de azahar que de vuestros cabellos bellos amamos respirar; damas de sol y ensue?o, de luz y de ilusi?n, que anima el dios risue?o due?o del coraz?n, por vuestros ojos c?lidos, p?lidos los so?adores son.

Obras de arte del sacro artista universal, tan bello simulacro d? su gracia fatal y en tal estatua vibre, libre, la psique de cristal.

Pues sois de la existencia la dicha en lo fugaz,

y vuestra dulce ciencia suele ser eficaz, qu?mese uno en tal fuego; luego puede dormirse en paz.

VI--A DO?A BLANCA DE ZELAYA

SE?ORA: DE LAS BLANCAS QUE TENEMOS NOTICIA la primera ser?a Diana la Cazadora, a menos que no fuese la Diosa de Justicia, o la que nos anuncia la entrada de la Aurora.

Despu?s hay muchas Blancas entre la negra historia, que asiros de venturanza para los pueblos son, ya perlas de consuelo, o diamante de gloria; por ejemplo: la dulce Blanca de Borb?n.

En un fondo de azul, como una estrella brilla, siendo como la reina de las flores de lis, la prestigiosa do?a Blanca de Castilla, decoro de las reinas y madre de San Luis.

En un ambiente de bizarr?a y fragancia, otra blancura viene que prestigia y que da a la maravillosa do?a Blanca de Francia la m?sica de triunfo que por sus nupcias va.

Y en lo que el cronista preciosamente narra entre lujos de justa y reflejos de lid nos aparece do?a Blanca de Navarra, orgullosa, preclara y biznieta del Cid.

Mas ante este desfile que de la gloria arranca, entre tantas blancuras siendo una regia flor, por sencilla, por pura, por garrida y por blanca, Blanca de Nicaragua nos ser? la mejor.

MARGARITA, EST? LINDA LA MAR, y el viento lleva esencia sutil de azahar; yo siento en el alma una alondra cantar: tu acento. Margarita, te voy a contar un cuento.

Este era un rey que ten?a un palacio de diamantes, una tienda hecha del d?a y un reba?o de elefantes,

un kiosco de malaquita, un gran manto de tis?, y una gentil princesita, tan bonita, Margarita, tan bonita como t?.

Una tarde la princesa vi? una estrella aparecer; la princesa era traviesa y la quiso ir a coger.

La quer?a para hacerla decorar un prendedor,

con un verso y una perla, y una pluma y una flor.

Las princesas primorosas se parecen mucho a ti: cortan lirios, cortan rosas, cortan astros. Son as?.

Pues se fu? la ni?a bella, bajo el cielo y sobre el mar, a cortar la blanca estrella que la hac?a suspirar.

Y sigui? camino arriba, por la luna y m?s all?; mas lo malo es que ella iba sin permiso del pap?.

Cuando estuvo ya de vuelta de los parques del Se?or, se miraba toda envuelta en un dulce resplandor.

Y el rey dijo: <>

La princesa no ment?a. Y as?, dijo la verdad: <>

Y el rey clama: <>

Y dice ella: <>

Y el pap? dice enojado: <>

La princesa se entristece por su dulce flor de luz, cuando entonces aparece sonriendo el Buen Jes?s.

Y as? dice: <>

Viste el rey ropas brillantes, y luego hace desfilar cuatrocientos elefantes a la orilla de la mar.

La princesita est? bella, pues ya tiene el prendedor en que lucen con la estrella, verso, perla, pluma y flor.

Margarita, est? linda la mar, y el viento lleva esencia sutil de azahar: tu aliento. Ya que lejos de m? vas a estar, guarda, ni?a, un gentil pensamiento al que un d?a te quiso contar un cuento.

ESTA CASA DE GRACIA Y DE GLORIA ME AUGURA, en tan dulces momentos, que son de Epifan?a, como el amanecer de un encantado d?a que iniciase las horas de una dicha futura.

Aqu? un verbo ha brotado que anima y que perdura, aqu? se ha consagrado a la eterna Harmon?a por las rosas de idea que han dado al alma m?a, en sus p?talos frescos, la fragancia m?s pura.

Suaves reminiscencias de los primeros a?os me brindaron consuelos en pa?ses extra?os, y hoy s? por el Destino prodigioso y fatal, que si es amarga y dura la sal de que habla el Dante, no hay miel tan deleitosa, tan fina y tan fragante, como la miel divina de la tierra natal.

Y para Casimira el oro de la lira, y las flores de lis que junten la fragancia de Nicaragua y Francia por su adorado Luis.

SANTA ELENA DE MONTENEGRO

HORA DE CRISTO EN EL CALVARIO, hora de terror milenario, hora de sangre, hora de osario.

Hecate aullante y fosca yerra, y lanza el infierno su guerra por las p?stulas de la tierra.

El hambre medioeval va por sendas de sulf?reo vapor y olor de muerte. ?Horror, horror!

Ladran con un furioso celo los canes del diablo hacia el cielo por la boca del Mongibelo.

Tiemblan pueblos en desvar?o de hambre, de terror y de fr?o ... ?Dios m?o! ?Dios m?o! ?Dios m?o!...

Como en la dantesca Comedia, nos eriza el pelo y asedia el espanto de la Edad Media.

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