Read Ebook: La Caza de La Perdiz Con Escopeta Al Vuelo y con Perro de Muestra by Saur Manuel
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materiales del arma, que deben corregirse.
El cazador deberia tener en su gabinete, entre los objetos de caza, un cuadro adornado de precioso marco, destac?ndose en el fondo una inscripcion en letras de oro que le recordara perennemente el dia 1.? de agosto.
Las perdices en el mes de agosto.--La caza de la perdiz en el mes de agosto se diferencia completamente de las dem?s ?pocas del a?o. La ley deberia, con rigor, ? lo menos no permitir cazar hasta el 15 de dicho mes. Si bien es verdad que por razon del clima hay comarcas en que las perdices son m?s crecidas, como por ejemplo en el litoral, en cambio en la alta monta?a van muy atrasadas, hall?ndose muchas cluecas empollando a?n sus huevos: de ah? resulta que algunos cazadores inexpertos, cuando el perro les queda de muestra y al salir la perdiz, que apenas se remonta un palmo del suelo, le encajan el tiro, y pueden irse ufanos ? su casa con el trofeo de una clueca sin plumas en la panza, ? indirectamente dejando desamparadas ? veinte ? m?s perdices que iban ? salir del huevo, lo cual causa un perjuicio irreparable y reprensible.
Basta ya de digresion, y volvamos al modo c?mo deben cazarse las perdices en agosto.
El matar perdices en esta ?poca, sobre todo al arranque del tercer vuelo, es m?s f?cil que tirar ? las codornices, por ser mayor la pieza y salir generalmente de cola y con poca velocidad: siga, pues, el cazador el terreno con cuidado, y tire ? todas; pero si observa que el perro saca un palmo la lengua afuera gracias al calor, entonces conviene tocar retirada, buscar pl?cida sombra, descansar media horita, fumar un cigarrillo de papel y volver en seguida al mismo sitio, describir un semic?rculo, cruzarlo por derecha ? izquierda, y se ver? como el perro vuelve ? coger vientos. Con el tiempo trascurrrido las perdices se han llamado unas ? otras con sus cantos, han salido de su escondrijo, y el perro las se?ala ? las mil maravillas, recre?ndose el cazador tirando un par de tiros. Se mira el reloj: son, por ejemplo, las diez; el sol achicharra, apenas se mueve una hoja, y si se est? cerca de la posada ? hacienda, lo mejor es irse ? casa ? descansar: el perro se rehace y al dia siguiente el cazador se encuentra m?s entero y dispuesto ? volver ? la lid mejor que el dia anterior. El cazar requiere calma, pero en el mes de agosto calma y astucia, saber serpentear los terrenos, buscar los frescales, que es donde las perdices tienen querencia. Jam?s se busque ? la parte que da el sol y s? en las umbr?as, y en los vi?edos frondosos, y en los torrentes.
Todo lo que no sea seguir este consejo es perder el tiempo, atropellar el perro y fatigarse in?tilmente, y lo que se ha tomado como recreo, sirve de molestia y puede acarrear una enfermedad.
SETIEMBRE.
Para cazar las perdices en setiembre, si hay vi?edos en el terreno que se escoge, b?squelas siempre el cazador en dichos sitios, pues tienen grande aficion ? la uva. Jam?s dejan aquel pasto, y como el sol a?n molesta con sus rayos, sucede que se mantienen quietas en los p?mpanos. Si se encuentran por primera vez en las vi?as de diez ? doce del dia, esperan mucho, pero ya salidas de all? no vuelven aquel mismo dia, hasta que las reclaman las viejas, y?ndose ? otras querencias.
Hay que perdonarme mis cont?nuas digresiones, pues son hijas del entusiasmo que en m? produce el recuerdo de lances inolvidables.
OCTUBRE Y NOVIEMBRE.
La mejor ?poca del a?o para gozar cazando y matando perdices, es octubre y noviembre. El calor ya no molesta, y el perro caza todo el dia perfectamente. Si en ese tiempo el perro no rastrea bien y no encuentra las aliquebradas, hay que deshacerse de ?l, pues es dar pan ? quien no lo merece.
Para cazar las perdices en esa ?poca del a?o se requieren m?s conocimientos, y el cazador consumado saca mucho partido de las que encuentra, d?ndose juego todo el dia, pues ya las perdices que han perdido el car?cter de pollas, se fraccionan y van por su cuenta y riesgo. De suerte que el cazador debe, despues de elegido el terreno, formarse un plan y calcular bien las horas del dia que con su conocimiento y destreza puede colocar las perdices en terrenos bien escogidos de antemano para tirarles ? su gusto y para que las salidas sean mortales.
Ante todo ha de recorrer las mesetas de los cerros, buscar minuciosamente los comederos y esquivar un poco en las laderas; lo cual ahorra muchos pasos, bajadas y subidas, ahorro que no es de despreciar.
Supongamos que vayan saliendo perdices ? medida que se ejecute ese paseo; hay que despreciarlas y no impacientarse. Si tuviese el cazador el mal gusto de correr tras ellas, echaria ? perder la jornada. Siga, pues, su tarea, que ya ir?n volando otras, como efectivamente sucede, y una vez recorridos los cerros que el cazador se habia propuesto, siendo poco m?s ? menos las diez de la ma?ana sin que se haya disparado un tiro, entonces llama al perro, toma un bocadito, fuma un cigarrillo, y mientras, se hace cargo del terreno, tranquilamente y sin olvidar el m?s peque?o detalle. Luego se vuelve ? emprender la marcha, desandando el camino andado, tomando los senderos del promedio del cerro; de esta suerte va indemniz?ndose el cazador del rato que ha estado sin tirar, pues las perdices, escamadas de sus querencias, principian ? resistir la muestra del perro, saliendo una tras otra, y con tino y buena punter?a, el perro va trayendo las que se matan. A ?ste le da el cazador la tripa de la perdiz, empero si caen muchas bajo el plomo de la escopeta no es prudente regalar al perro con todas las tripas, pues les producen indigestiones: de consiguiente se le distrae d?ndole un poquito de pan y pas?ndole la mano cari?osamente por el lomo. El perro necesita ser bien acariciado, porque todo lo comprende y cumple de este modo mejor, y est? ? la obediencia de la m?s leve indicaci?n del cazador.
Seguiremos, pues, tranquilamente el camino indicado, llamando al perro si se adelanta: no conviene que vaya arrancando perdices si el cazador no puede tirar. Si se conoce el terreno, casi todas han de oir silbar los perdigones. Al encontrarse el cazador ? ese punto de la cacer?a, no le aconsejo el descanso, pero s? que no le abandone la calma: el descanso no conviene, pues las perdices van saliendo de su asombro, y algunas de peon, otras de un vuelo, huyen de la ladera en que se ha propuesto cazarlas, perdi?ndose in?tilmente el tiempo empleado si se dejan cuando est?n cansadas; del segundo ? tercer vuelo apenas queda ninguna: de modo que la persecucion requiere actividad. Rec?rranse todas las matas, y donde no se pueda bajar, se arroja alguna piedra. Cuando se cree limpia materialmente la ladera, v?yase en busca de las que se han visto retroceder, con la seguridad de encontrarlas y tirar todos los tiros ? muestra del perro.
Si se observa que las perdices van de pecho ? tomar los cerros, y son por ejemplo las cuatro de la tarde, no hay que molestarse en perseguirlas, pues poco da?o se las har?. Por tanto, dejarse de nuevas fatigas, y pausadamente aband?nanse los bajos, se traspone la parte opuesta de la senda que se ha seguido por la ma?ana, recogi?ndose para descansar y comer, que en ese caso bien necesitado est? de reposo el cazador.
De esta manera cazan las perdices los que se precian de cazar con arte, esto es, tomando siempre los altos. Cuando ? uno le da por ser caprichoso y contra todas las reglas de la caza se empe?a en principiar la cacer?a por los bajos y hondonadas, aunque halle las perdices, ?stas se van de un vuelo ? las cimas, y entonces poco da?o se las hace. S?lo se puede tomar el cazadero por la mano baja cuando sopla con fuerza el viento, pues las perdices est?n ? redoso; mas en este caso lo mejor es no salir ? caza, pues el perro tampoco apercibe nada y se pierde miserablemente el tiempo.
En el mes de octubre prepara el cazador la diversion para el resto de la temporada. En agosto descubre las crias, pero en octubre conoce ya fijamente d?nde escogen sus querencias y tambien d?nde las ha de dar la muerte. De manera que cuando hace el halagador descubrimiento de que en tal ? cual comarca hay perdices, debe ir all? ? estudiar sus vuelos, y si los acierta, de fijo tiene asegurada una buena campa?a de invierno.
DICIEMBRE Y ENERO.
?poca poco agradable para dejar la cama; dias cortos, frios, lluviosos y fuertes heladas. Apenas la perdiz nota el menor ruido, ya vuela; en ninguna parte est? bien. En este periodo del a?o come bellotas y las carnes se le vuelven acorazadas. La p?lvora debe ser de primera y el perdigon granadito, n?mero cinco. Se caza como se ha descrito anteriormente, con la sola diferencia de que los vuelos de las perdices son m?s largos y las horas de provecho de doce ? dos de la tarde. Fuera de estas apenas podr? el cazador disparar un tiro. Si ha helado y se mantiene la escarcha, las perdices se encuentran en los raseros y metidas en las hondonadas ? barrancos, al abrigo del cierzo. No obstante estos inconvenientes, es la ?poca del a?o en que queda m?s satisfecho el cazador cuando mata una perdiz, puesto que est?n en toda su pujanza y fuerza de vuelo: al momento de dar su tan acelerado brinco apenas dan tiempo de seguirlas ni un segundo; al instante se hallan fuera del alcance del tiro. Generalmente en estos meses la carambola est? vedada para el cazador. El que cuelga al morral media docena de perdices, matadas en buena ley, se le puede con justicia darle el dictado de buen cazador y tirador.
FEBRERO.
La naturaleza, que anuncia la proximidad de la primavera y que en todo es fecunda, hace que las perdices entren en amor?os y cada par se vaya ya fijando en sitios ? prop?sito para el logro tranquilo de su objeto. El cazador h?bil y que conoce lo que es el mundo, al internarse en un valle observando minuciosamente el pa?s que se propone recorrer, debe echarse la cuenta del sitio que ?l escogeria si tuviese que requerir de amores ? alguna aldeanita, esto es, reservado y al abrigo de todo airecillo, libre de visitas importunas. Aunque parezca extra?o, en esos sitios que tu imaginacion poetiza debes ir ? sorprender ? las enamoradas perdices y darles cruel muerte, ? bien un susto may?sculo. Esta es la ley del mundo, no respetar ni aun las cosas m?s sagradas.
?Y cu?ntas veces se matan los dos! En tal caso, ?qu? alegr?a ? impresion m?s agradable! El cazador se cree un s?r privilegiado; mira ? derecha ? izquierda, todo ufano, pensando para sus adentros que nadie le aventaja en eso de tirar bien. ?Vana ilusion! lo que hace uno lo hacen cien mil, pero no todos lo aprecian del mismo modo.
Los pares no hacen los vuelos tan largos, y fij?ndose bien el cazador en la direccion que toman ? poca distancia del cerro que trasponen, all? se hallar?n. En la ?poca que nos ocupa dejan mucho rastro, as? es que el perro guia perfectamente h?cia el sitio de su querencia. Algunas veces, de m? s? decir, sobre todo, que en el ?ltimo tercio del mes de febrero he perdonado ? la hembra. ?Y por qu?? se me preguntar?. Porque me acude la idea de que en el terreno en que estoy dando la ?ltima mano, tal vez faltaria el bando en agosto, y hay sitios tan privilegiados que es muy sensible no queden en ellos perdices.
Todo cazador debe dar por religiosamente terminada la campa?a de la temporada, el ?ltimo dia de febrero. Y supuesto que hemos llegado ? ?l en nuestra descripcion cineg?tica, pasemos ahora ? exponer las reglas generales y consejos que la experiencia nos ha sugerido.
VENTAJAS Y DESVENTAJAS DE CAZAR SOLO ? ACOMPA?ADO.
Hasta el presente el lector-cazador habr? observado , que ?nicamente me he ocupado del modo de cazar cuando se va solo al monte en busca de perdices.
A?adir?, para concluir, que todo el que tenga un buen perro no lo lleve ? ninguna cacer?a en que los compa?eros pasen de tres, pues de seguro que el can adquirir? resabios dif?ciles de remediar.
TERRENOS Y RECUERDOS AGRADABLES.
Hoy dia tales salidas figuran en la categor?a de las llamadas de recurso, ya que los ferro-carriles han acortado prodigiosamente las distancias, de suerte que los que pueden disponer de algun tiempo lo emplean en ir en busca de cazaderos lejanos, ya sea al confin de la provincia ? ? otra lindante con la nuestra.
Al otro dia ya uno puede tomar por el monte dejando ? su espalda el pueblo de Freixanet y dando la cara ? Cervera. A simple vista el cazador quedar? sorprendido del hermoso terreno que pisa, querencioso para la caza. A ambos lados, monta?as de tres horas de extension, en medio de f?rtil valle cubierto de campos de trigo, vi?edos y alguna que otra hortaliza. Si bien en este terreno las perdices se van largas, se las conduce ? las ?ltimas estribaciones del monte, ? sea en los bajos, y como siempre ah? es donde se las hace da?o, aconsejamos al cazador que al t?rmino de esta jornada, agradabil?sima por los lances que sucesivamente se presentan, descanse y pida asilo en Montpalau, pueblecito situado en una eminencia. All? moran los Vilaplana, sencillos labradores que se desviven por dar buena pitanza y mejor cama ? todos los cazadores que se presentan. Si durante esta jornada, como es muy probable, s?lo se ha logrado recorrer una parte del cazadero, conviene emplear el dia siguiente para batir el resto. Al salir del pueblo se ir?n siguiendo los montes que quedan ? la izquierda, y corri?ndose siempre h?cia Cervera, se van llevando las perdices adelante; al tercer vuelo intentan ?stas retroceder para volver ? sus querencias, y entonces es cuando se las castiga. Semejante cacer?a concluye siempre ? medio dia, enfrente del pueblo de Santa F?; y ? la sazon ha de calcular el cazador si le conviene retroceder por los bajos hasta el punto de partida, ? atravesar la hondonada y cazar de regreso en la solana que hay entre Santa F?, Verg?s y Altadill. Para esta parte de la cacer?a casi m?s vale emplear otra jornada, pero si los cazadores son dos ? tres y saben cazar, aunque hay pocas perdices se las conduce bien y se las escopetea mucho. El monte presenta infinitas sesgaduras y hay bastantes matas, por cuyo motivo la caza resiste bien la muestra del perro. El t?rmino de esta jornada es Altadill, pueblecito de cuatro casas paralelo al norte de Montpalau y que s?lo dista un cuarto de hora de ?l.
Cuando las perdices atraviesan al vuelo la carretera, no hay que molestarse en perseguirlas. El cazador que conoce este juego debe cazar de modo que las obligue ? quedarse en la misma ladera, y que de ?sta pasen ? los bajos de Palam?s, preciosa ribera de zanjas: all? quedan pegadas como con obleas y por la tarde reciben una zurra de padre y se?or mio.
En todas estas cacer?as conviene ir acompa?ado de un mozo que cargue con las liebres, pues ?stas se matan ? menudo: hay bastantes, salen bien y en limpio.
Podria contar muchos lances de las liebres que se encuentran en este terreno, pero ya he manifestado que me apartaria del objeto de este libro. Dir? s?, para inteligencia de los aficionados, que se matan en abundancia.
Hora es ya de regresar al punto de donde salimos al emprender nuestra cacer?a, es decir, San Guim, y entremos otra vez en casa Riera de Amor?s, donde seremos recibidos con agrado.
CAZAR DE MALA LEY.
Si los gobernadores de provincia pudiesen ocuparse m?s de la administracion, pasando severas circulares ? los alcaldes de los pueblos para que denunciaran estos abusos ? cuantos faltan ? la ley de caza, no tendr?amos que deplorar su completo exterminio. El mal es grave, y urge poner coto ? tantos desmanes.
Hace tiempo s?lo se pide la licencia de caza ? la vista de Barcelona. En los dem?s puntos nadie repara quien lleva escopeta y ? lo que va. De seguir as?, la caza en Espa?a s?lo ser? un recuerdo legendario.
NUESTROS CAZADORES.
Pueblo situado ? cuatro kil?metros de Barcelona.
Entre nosotros viven los Mateus, los Angladas, los Anfruns, los Torras, los Sandiumenges, los Martorells, los Su?ols y muchos otros tan diestros como los mencionados, cuya aficion ? la caza raya en delirio, lament?ndose de verla desaparecer por las causas indicadas.
L?stima es que habiendo tanta predileccion en Barcelona por el ejercicio de la caza, carezcan los cazadores de un punto de reunion. A?os atr?s se abri? un casino con el objeto de hablar de cacer?as y hasta para reclamar colectivamente sobre cualquiera infraccion de la ley de caza; pero... tuvo que cerrarse por algunas peque?eces y miserias. Resultado de esto es, que el que quiere saber algo de las salidas debe acudir ? los establecimientos de los amigos Anfruns y Maci?, y all? siempre se coge algo al vuelo.
Los ca?ones de la escopeta deben mirar siempre al cielo.
Aunque se tenga la seguridad de que est? descargada la escopeta, cuando se est? en actitud de descanso jam?s deben apoyarse los codos en la boca de los ca?ones, ni dirigirlos nunca en direccion ? ningun compa?ero.
Si una pieza marcha en direccion ? algun punto que haya la m?s remota probabilidad de hacer da?o, no se le tira.
Antes de pasar los umbrales de tu casa ? la de cualquiera, se descargar? la escopeta.
Buscar?s la caza en verano en los umbriles, y en invierno en las solanas.
Se cazar? siempre contra el viento, para evitar que la caza se aperciba de las pisadas del cazador y ser m?s favorable al perro que recibe los vientos de ella.
Si te has propuesto cazar varios dias seguidos, el primer dia debes retirarte temprano, para acostumbrarte ? la fatiga.
Cuando yerres muchas piezas, entonces descansa un poco, y de este modo la excitacion se calma y se tira mejor.
La caza cansada es la que se debe perseguir. No tengas capricho de ir en busca de nueva.
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