Read Ebook: Los Caudillos de 1830 by Baroja P O
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Ebook has 1474 lines and 42660 words, and 30 pages
Lacy no ve?a con agrado tan tranquilo ego?smo y afe? este sentimiento de su camarada; pero Tilly se ri?; ?l cre?a que el ser ego?sta era una condici?n necesaria para la vida.
--?Y tu hermana?--le pregunt? Lacy.
--Est? en San Sebasti?n con unas se?oras amigas, pero no quiere quedarse con ellas; me ha dicho que el mejor d?a se escapar?.
--?Sigue tan voluntariosa como antes?
--Igual; no ha variado nada.
A Tilly no le gustaba mucho hablar de la familia, y sigui? exponiendo sus ideas. Era un producto de corrupci?n, de inmoralidad, y ve?a todo lo que fuera intriga con gran simpat?a.
Aviraneta, a quien chocaba las ideas del joven, le pregunt?:
--?D?nde ha estudiado usted?
--En un colegio de frailes, en Rennes, donde, la verdad, creo que no aprend? nada de provecho. Lacy fu? mi condisc?pulo.
--Entonces era un tanto m?stico--dijo Lacy riendo.
--Luego he ido aprendiendo un poco--a?adi? Lacy--a fuerza de curiosidad y de alg?n ingenio. He le?do en historias y en memorias la vida de Napole?n, de Fouch? y de Talleyrand.
--?Buena ense?anza!--exclam? Lacy.--Creo que hubiera sido mejor que hubieses le?do Las Vidas Paralelas de Plutarco.
--Yo no lo creo as?. De conocer, conozcamos la vida actual. Aprendamos un poco lo que es en una historia no falsificada y que puede comprobarse.
--Creo que en esos libros que has le?do no se aprende m?s que a mentir.
--El que lucha para elevarse tiene que mentir--replic? Tilly,--por mucha suerte y por muy bien que le vayan las cosas tendr? que mentir. Ah? est? el caso de Napole?n.
--?Tipo repugnante este Napole?n!--exclam? Lacy.--Yo antes ten?a entusiasmo por ?l. Ahora que conozco su historia, no. Es de una falta de nobleza y de simpat?a, de un ego?smo tan bajo que repugna. Su epopeya es en gran parte una novela, una historia falsa ama?ada, ?Avanza de una manera tan vil! Se casa con una vieja intrigante que es la querida de su protector Barras y que ha sido una cortesana, y va avanzando con ella hasta que le da un puntapi?. Las alocuciones no las escribe ?l, las batallas no las gana siempre ?l, pero ?l se aprovecha siempre de todo.
--Esa es la pol?tica--dijo Tilly.
--Yo veo en Napole?n la falta absoluta de gracia y de humanidad--sigui? diciendo Lacy.--Carlos V, el gran Federico, Gustavo Adolfo, tienen gracia, son a veces humanos; Napole?n es la quintaesencia de la bestialidad y del ego?smo. Si yo hubiera nacido en su tiempo y hubiera sido franc?s, hubiera sido partidario de Babeuf.
--Yo tambi?n--dijo Aviraneta;--pero eso no importa. Yo estoy conforme con usted en que Napole?n no era simp?tico; pero aun as? era una fuerza, y ?qu? fuerza!
--Una fuerza de ego?smo.
--Todos obramos por ego?smo--afirm? Tilly--y todos empleamos la mentira.
--Todos, no.
--Yo s?. Yo me siento el eje del universo. Respecto a la mentira, muchas veces cuando necesito un dato para completar un plan lo invento.
--Eso es absurdo.
--Usted, se?or Aviraneta, nunca ser? disc?pulo m?o, sino mi maestro--replic? Tilly con su impasibilidad habitual.--Si entre los liberales espa?oles hubiera muchos hombres como usted, de otro modo ir?an los asuntos.
--?As? que para ti los liberales espa?oles lo hacen mal?--pregunt? Lacy.
--Muy mal.
--?Por qu??
--No obran con rapidez y con energ?a. Su historia es una historia de vacilaciones. Cuando tuvieron al rey en sus manos, en 1823, debieron haber acabado con ?l.
--Hubiera quedado el hermano.
--Matar a toda la familia.
--?T? lo hubieras hecho?
--Yo, s?.
--Obrando de una manera violenta se hubieran precipitado los acontecimientos--dijo Aviraneta, que era de la misma manera de pensar.
Despu?s de hablar de pol?tica, Lacy le pregunt? a Tilly por su amiga lady Russell.
--La voy a dejar--dijo Tilly.
--Pues ?por qu??
--Me estorba.
--La vas a dar un disgusto.
--Bah. Ya se consolar?. Esa clase de mujeres necesitan hombres j?venes. Cuando yo le deje le tomar? otro.
--?Esa clase de mujeres!--exclam? Lacy--ciertamente no demuestras con esa frase ni ser muy agradecido ni muy amable.
--Hablo de ella por lo que es--contest? Tilly, sencillez;--no tomo en cuenta sus beneficios como no tomar?a sus perjuicios si me los hubiera hecho.
Tilly pas? alg?n tiempo en Bayona, haciendo nuevas conquistas y dando nuevos esc?ndalos.
--El amigo de usted es un perdido--dijo Aviraneta a Lacy.
--S?; es un muchacho que va alimentando la parte mala de su alma con la sustancia de la buena; cada vez m?s c?nico y m?s atrevido, va asesinando al buen muchacho que hab?a en ?l y va a terminar siendo un canalla.
VIAJE A SAN SEBASTI?N
Alzate se hosped? en la fonda de Iturri, habl? largamente con D. Eugenio y visit? a Mina.
Era D. Lorenzo de Alzate hombre de mediana estatura, de ojos garzos y vivos y de expresi?n amable.
Aviraneta le pregunt? a su pariente si era muy dif?cil entrar en Espa?a. Alzate dijo que s?, que la frontera estaba muy vigilada y que la polic?a militar ten?a orden de examinar detenidamente los pasaportes de los que entraban en Espa?a y de prender a los sospechosos.
Aviraneta se enter? bien de otros extremos y acompa?? a su primo hasta el coche. Antes de salir pregunt? al cochero:
--?T? conoces a Ganisch, a uno que tiene una taberna en Behobia?
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