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Read Ebook: Granada Poema Oriental precedido de la Leyenda de al-Hamar Tomo 1 by Zorrilla Jos

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Ebook has 671 lines and 53163 words, and 14 pages

? tu izquierda el montecillo Cuyo pie Genil evita, Reflejando en s? la Ermita De los siervos de la Cruz: ? tu diestra el real castillo Sobre el cual voltea inquieta La simb?lica veleta Del bizarro Aben-Abuz.

M?s all? los cerros altos Del Padul y de Alhend?n: Y all? m?s los grandes saltos De las aguas de la sierra, Cuya eterna nieve cierra De tus reinos el conf?n.

? tus pies Torres-Bermejas Con sus cubos pintorescos, Que avanzadas y parejas Aseguran tu quietud: Y bajo ellas, el espacio Respetando del palacio De su rey, los valles frescos Donde habita la salud.

?Oh pensil de los hechizos, Bien amado de la luna! ?Qu? echa menos tu fortuna En la gloria en que te ves? Abre, avaro, antojadizos Tus moriscos ajimeces, Y ve qu? es lo que apeteces Con Granada ante tus pies.

De tu vista caprichosa ?Qu? no alcanzan los deseos? Sus mezquitas, sus paseos, Su opulento Zacat?n, Su bib-rambla bulliciosa Con sus ca?as y sus toros: De valor y amor tesoros Albun?st y el Albaic?n:

Sus colmados alhoriles, Sus alh?ndigas r?ales, Sus sagrados hospitales, Regias obras de Al-hamar, Todo est? bajo tu sombra ?Oh flor?n de los pensiles! De tus plantas siendo alfombra Y encant?ndote el mirar.

?Oh palacio de la zambra, Camar?n de los festines, Alto rey de los jardines, De aguas vivas saltador, Real hermano de la Alhambra, Pabell?n de auras s?aves, Favorito de las aves, Y del alba mirador:

De los p?jaros el trino, De las auras el arrullo, De las fiestas el murmullo Y del agua el manso s?n, Dan al ?mbito divino De tu alc?zar noche y d?a Una inc?gnita armon?a Que embelesa el coraz?n!

Encantado laberinto Consagrado ? los placeres, T? escal?n del cielo eres, T? portada del Ed?n. En tu m?gico recinto Escribi? el amor su historia, Y ? los justos en la gloria Las hur?es se la leen.

AL-HAMAR EN SUS ALC?ZARES

Liberal de sus erarios, Protector del desvalido, Fiel, l?al para el vencido Y del sabio amparador: Por amigos y contrarios Estimado en paz y en guerra, Es la egida de su tierra Al-hamar el vencedor.

En la paz, rey justiciero, Oye atento en sus audiencias Y da recto sus sentencias Por las leyes del Kor?n. En la guerra, compa?ero Del soldado, buen guerrero, Por valiente va el primero Como va por capit?n.

Ostentosa en aparato, Costos?sima en su porte, ? los ojos de su corte Muestra su alta dignidad: Pero al dar con tal boato Real decoro ? la corona, Niega sobrio ? su persona Lo que da ? su majestad.

No dejado, mas modesto En su gala y vestidura, Da ? su cuerpo limpia holgura Y elegante sencillez: Y recibe ? su presencia, Dondequiera al bien dispuesto, Con cordial benevolencia Al dolor y ? la honradez.

Franco, afable, igual, sencillo En su vida y ley privada, En su pecho est? hospedada La leal cordialidad; Y depuesto el regio brillo, Los amigos de su infancia En el fondo de su estancia Hallan siempre su amistad.

Sus m?s fieros enemigos Los Amires castellanos Le visitan cortesanos Y le piden protecci?n: Y ?l les trata como ? amigos, Con sus nobles les iguala, Les festeja y les regala Sin doblez de coraz?n.

Moderado en sus placeres Cual frugal en sus festines, Da opulento ? sus mujeres Mesa op?para en su har?n; Pero no entra en sus jardines Tierno amante ? fiel esposo Hasta la hora del reposo, Como ? un Pr?ncipe est? bien.

El Kor?n cuatro sultanas Le permite, y como tales En sus C?maras r?ales Alojadas cuatro est?n. ? las cuatro tiene vanas El amor del Nazarita, Mas ninguna es favorita En el alma del Sult?n.

Las alm?es y los juglares De m?s gracia y m?s destreza Tiene ? sueldo, con largueza Atendiendo ? su placer: Y en sus fiestas familiares Las prodiga el noble Moro Cuanto pueden amor y oro Por espl?ndido ofrecer.

Es su har?n del gozo fuente Y de fiestas laberinto: Estremece su recinto Siempre alegre conmoci?n, Y resuena eternamente Por los bosques de la Alhambra El comp?s de libre zambra, De las m?sicas el s?n.

Al-hamar en tanto, ? solas Con sus ?ntimos cuidados, En el bien de sus estados Piensa inquieto sin cesar; Y sobre las mansas olas De aquel mar de dicha y calma Brilla el faro de su alma, Vela el ojo de Al-hamar.

Afanoso, inquieto, activo Mientras dura el d?a claro, De los d?biles amparo, Peso fiel de la igualdad, Sin quitar pie del estribo, Sin dejar puerta, ni torre, Ni mercado, ve y recorre Por s? mismo la ciudad.

Por doquier con recta mano La justicia distribuye, Por doquier sagaz se instruye De las faltas de su ley, Y la enmienda soberano Del bien de su pueblo amigo, Porque sirva de castigo Y de amparo de su grey.

As? el noble Nazarita, Rey y luz del huerto ameno De Granada, Ed?n terreno Modelado en el Kor?n, Sus alc?zares habita De virtud siendo roc?o, Siendo rayo del imp?o Y decoro del Islam.

Vencedor, nunca vencido, Rey piadoso, juez severo, En la lid buen caballero Y en la paz sol de su fe: De sus pueblos bendecido, De enemigos respetado, Y de fieles rodeado, El excelso Amir se ve.

Y as? mora el Nazarita Sus alc?zares dorados, Misteriosamente alzados Del placer para mansi?n. Mas ?qui?n sabe si ?l habita Su morada encantadora, Y el pesar oculto mora En su regio coraz?n?

Triste, insomne, solitario, Como sombra taciturna Que ? su nicho funerario Un conjuro hace asomar, ? las brechas angulares De su torre de Comares En la lobreguez nocturna Tal vez asoma Al-hamar.

Apoyado en una almena De la gigantesca torre, Del r?o que ? sus pies corre Oye distra?do el s?n, Y contempla en los espacios, Que la espesa sombra llena, De su corte y sus palacios El fant?stico mont?n.

Pertinaz ? veces mira Del fresco valle ? la hondura, Sombra, espacio y espesura Anhelando penetrar: Mu?vese all? el aura mansa No m?s: de mirar se cansa, Y el rostro vuelve y suspira Melanc?lico Al-hamar.

?Cu?ntas veces en la almena Le sorprende la ma?ana, Y al af?n que le enajena Treguas da su resplandor: Y sin dar un hora al sue?o, De Granada vuelve el due?o De s? ? echar lo que le afana, De s? mismo vencedor!

Mas ?qui?n lee sobre su frente El oculto pensamiento Que tras ella turbulento Lleva el alma de ?l en pos? S?lo Aqu?l que da igualmente Las venturas y los males, Y las dichas terrenales Con el duelo acota.--Dios.

Dios, que tierra y mar divide, La eternidad sonda y mide, Del espacio sabe el l?mite Y del mundo ve el conf?n. Dios, cuya grandeza canto, Y con cuyo nombre santo Al LIBRO DE LOS ALC?ZARES Reverente pongo fin.

Libro de los esp?ritus.

RECUERDOS

?Qu? flor no se marchita? ?Cu?l es el fuerte roble Que el hurac?n no troncha ? el tiempo no carcome? ?Qu? dicha no se acaba? ?Qu? hora veloz no corre? ?Qu? estrella no se eclipsa? ?Qu? sol nunca se pone?

?Ad?nde est? el alc?zar En cuyas altas torres La tempestad no ruge Cuando el nublado rompe? ?Qui?n es el que ha cruzado El pi?lago salobre Sin que su nave un punto La tempestad azote?

?Qui?n fu? por el desierto Pisando siempre flores? ?Ni qui?n pas? la vida Sin duelos ni pasiones? ?Ni qui?n es el que en calma Durmi? todas las noches Sin que el pesar un punto Tenido le haya insomne?

Ninguno. El rey altivo, Como el esclavo pobre, Al reclinar cansados Su frente por la noche. Ya en mendigada paja, Ya en ricos almohadones, Perciben que un gusano El coraz?n les r?e.

Es el af?n secreto Que agita eterno, ind?cil Al coraz?n, y gira Con la veleta m?vil Del pensamiento vano. ?Dichoso el que conoce Que Dios tan s?lo llena El coraz?n del hombre!

Por eso el Nazarita, Que aunque de Dios favores Sin tregua ha recibido, ? humanas condiciones Sujeto est?, va presa De afanes interiores Rumiando pensamientos Que su atenci?n absorben.

Va solo, atravesando El enramado bosque Que cubre el fresco valle, Donde al mullido borde De fuente cristalina Que mana entre las flores, Un sue?o misterioso Le embeles? una noche.

Va solo, meditando Los agrios sinsabores, Que danle de su reino Civiles disensiones. De Dios pesa la mano Sobre su pueblo y torpe Tal vez contra s? mismo Va ? dirigir sus golpes.

?Qu? han hecho al fin sus sabios Proyectos creadores? ?Qu? al fin han producido Tesoros tan enormes Como ?l ha dispendiado Para elevar el nombre De su gentil Granada Sobre el de cien naciones?

Cubri? los verdes cerros De gigantescas moles: Torn? en frondosos c?rmenes Sus valles y sus montes: Mas la so?ada dicha De sus intentos nobles ?Do est? si ? los humanos No pudo hacer mejores?

Riqueza di? ? los Moros, Con la riqueza di?les Poder, victoria, fama..... Mas di? ? sus corazones Con ella m?s deseos Y orgullo y vicio dobles: Y al fin ?qu? es lo que logra? Doblar sus ambiciones.

Con ellas la discordia Germina al par: mayores Triunfos tal vez alcancen Sus armas: tal vez logren ? empresas m?s gloriosas Dar cima, y sus pendones Clavar sobre los muros Que ? los contrarios tomen.

Mas ?ay cuando su fuerza Contra ellos mismos tomen! Mas ?ay cuando su ciencia Se emplee en invenciones De p?rfida pol?tica, De c?digos traidores Que, leyes pregonando, Su destrucci?n pregonen:

Y el reino que ?l fundara De tanto af?n ? coste, Por ?l seguro acaso De extra?as invasiones, Tal vez consigo mismo Luchando se destroce, Y abra ? un sangriento circo Su alc?zar sus balcones!

Tal vez un rey cristiano, Sagaz y fuerte entonces, Desde Castilla viendo Los ?rabes discordes, La hoguera de sus iras Certeramente sople Y al frente de Granada Presente sus legiones.

As? Al-hamar discurre, Con c?lculos precoces Llorando por Granada, La flor de sus amores; As? Al-hamar se aflige, Y ? solas por el bosque Se mete, absorto y triste Con sus cavilaciones.

Era una hermosa tarde De Abril: los resplandores Del sol, que ? ocaso baja Manchando el horizonte Con tintas de oro y p?rpura, Los pardos torreones Alumbra de la Alhambra Con rayos tembladores.

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