Read Ebook: Las transformaciones de la sociedad argentina y sus consecuencias institucionales (1853 à 1910) by Rivarola Horacio Carlos
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Ebook has 198 lines and 35457 words, and 4 pages
Sus antecedentes fueron muchos: los principios de la norteamericana; las constituciones, estatutos, pactos anteriores; enf?n las ideas de la ?poca y los deseos comunes cuyas aspiraciones hab?an traducido Echeverr?a y Alberdi.
Independientemente de su faz pr?ctica, fu? una constituci?n buena en su teor?a. La libertad, fraternidad, igualdad, que usaron como blas?n los revolucionarios franceses, se encontraban tambi?n all?. C?digo de paz, llamaba al seno de la patria ? todos los extranjeros que con buenas intenciones quisieran habitarlo; las libertades estaban en su apogeo; las ideas, el culto, el honor, la imprenta, la propiedad, los derechos ciudadanos, quedaban tutelados con principios reconocidos como los mejores.
?Cu?l era la sociedad ? la que iba destinada tan sabia reglamentaci?n?
Examinar? pues, como estaba formada la sociedad argentina en el comienzo de la organizaci?n nacional y qu? manifestaciones de progreso ten?a.
El suelo, propicio al trabajo, hab?a permitido desde remotos tiempos la distribuci?n de los individuos venidos con los conquistadores; los indios amansados, fueron en un tiempo substitu?dos por los negros, para ciertos trabajos sin dejar de prestarlos ellos tambi?n. Los espa?oles se cruzaron con unos y con otros y aquellos entre s? tambi?n cruzaron las razas. La inmigraci?n de espa?oles continu?; sus descendientes criollos les discutieron derechos, se formaron partidos, se luch? y los tiempos pac?ficos alternaron con los tiempos de discordia, formas que en la historia se presentan con frecuencia unidas.
Pero aquellas mismas tres razas hist?ricas estaban formadas de las m?s diversas. Los espa?oles ten?an en su sangre la de celtas, iberos, fenicios, cartagineses, griegos, romanos, godos, ?rabes. Los indios, aunque comprendidos en esa denominaci?n general, pertenec?an ? tantas razas y subrazas cuantas poblaban estas regiones, desde los guaran?es y tobas del norte ? los yaganes del sur y desde los querand?es y charr?as del este ? los araucanos del oeste; indios distintos en sus caracteres f?sicos, en sus idiomas, en sus costumbres. Y los negros tra?dos como esclavos, pertenec?an tambi?n ? distintas regiones. De modo que el pueblo que ocup? esta regi?n sur de Am?rica estaba formado por descendientes de muchos otros diversos en caracteres f?sicos, morales ? intelectuales. Aparte de los espa?oles, en la ?poca colonial pocos europeos llegaron ? nuestra regi?n: portugueses, por la proximidad de sus dominios, y algunos ingleses; mas sabido es que su entrada estaba prohibida.
Por otra parte, no predomin? de una manera exclusiva una raza en toda esta parte del continente; la distribuci?n de individuos no fu? semejante en todo el pa?s, pues mientras en el norte de Santa Fe y en el Chaco, por ejemplo, sigui? dominando el indio, en algunas provincias del centro predominaron los mestizos y en la cabeza ciudad como asimismo en las ciudades importantes, la raza espa?ola.
Tal sociedad pas? de la colonia ? la naci?n nueva y con pocos cambios lleg? hasta la fecha de que trata este cap?tulo, en que aun no hab?a comenzado la gran corriente de la inmigraci?n transformadora.
Mas, la necesidad de sangre nueva y la conveniencia de la inmigraci?n no fueron novedades que descubrieran los constituyentes del 53. Desde mucho antes se hablaba de esa necesidad y conveniencia como asimismo se ten?a la visi?n precisa de los adelantos que el factor poblaci?n puede traer ? un pueblo, cuando se elige bien.
En 1812, el triunvirato, juntamente con la afirmaci?n de que la poblaci?n es el principio de la industria y el fundamento de la felicidad de los estados, dict? medidas tendientes ? atraer inmigrantes. El gobierno de Pueyrred?n y el de Rodr?guez con su ministro Rivadavia, trataron de convertir aquel principio en acci?n, y los m?s distinguidos vecinos de Buenos Aires formaron parte de la comisi?n de inmigraci?n que deb?a ocuparse de atraer gente europea. Estas medidas hab?an comenzado, aunque en t?rminos muy reducidos, ? producir efectos; independientemente de ellas, algunos extranjeros, ingleses en su mayor?a, llegaban, atra?dos por las relaciones comerciales. La tiran?a de Rozas, paraliz? aquella inmigraci?n aun cuando ella no ces? en absoluto; en la ?poca de su gobierno, lleg? alguna cantidad de gallegos y canarios, ingleses y franceses; estos ?ltimos en n?mero considerable ya, formaron colonia y fundaron en 1845, su hospital.
Estas inmigraciones no tienen mayor importancia en relaci?n al n?mero de los llegados, pues no modificaron mayormente la constituci?n ?tnica de la poblaci?n argentina.
La necesidad de poblar, que hizo axioma la frase de Alberdi, unida ? la necesidad, comprendida por muchos de poblar con buenos elementos, continu? latente y la constituci?n de 1853 con las disposiciones pertinentes, no hizo m?s que enunciar una aspiraci?n general de la gente sensata.
Los datos num?ricos de la poblaci?n en aquella ?poca aparecen defectuosos: en primer lugar rara vez se refieren ? toda la rep?blica; por otra parte, se usa mucho del procedimiento del c?lculo por aproximaci?n, y generalmente la poblaci?n india ? no se tiene en cuenta, ? se establece en un m?s ? menos, que muchas veces es arbitrario.
Nada quiere decir esto en contra de sus autores, desde que si imposible era proceder de otro modo, buscaron un medio para considerar esa poblaci?n ? establecieron francamente que no la consideraban. Lo ?nico que hace esta advertencia, es poner de relieve las dificultades que se presentan en cuanto ? la poblaci?n india, cuando se desea hacer un estudio estad?stico de la poblaci?n argentina. No obstante, los c?lculos y descripciones de la ?poca, se acuerdan al afirmar que <
En cuanto al n?mero y distribuci?n por provincias, Belmar, cuya obra es de 1856, nos da estas cantidades aproximadas:
Si se tiene en cuenta que en estas cifras la poblaci?n nacional no india, era en su noventa por ciento mestiza ? de origen espa?ol y que de los que aparecen como extranjeros, un sesenta por ciento eran tambi?n espa?oles: que por otra parte, el cruzamiento con los indios hab?a disminu?do considerablemente, desde que el crecimiento de la poblaci?n blanca lo mostrara innecesario, que todos los antecedentes eran espa?oles, desde que la independencia hab?a roto v?nculos pol?ticos, m?s no los morales, m?s dif?ciles de desatar; se podr? afirmar que la Naci?n Argentina de 1853 en cuanto raza hist?rica, era una derivaci?n de la espa?ola, con las modalidades que el suelo, la mezcla hispano-indo-negra y las circunstancias hab?an impuesto, sobre todo en la poblaci?n de campo. Los sentimientos ? ideas de aquellas gentes se hab?an modificado poco, y el desprecio de la ley, el culto del coraje, el deseo inmoderado de fortuna, la creencia en la grandeza futura del pa?s, de que habla refiri?ndolos ? la colonia, un distinguido autor,--continuaban ? trav?s de los tiempos como contin?an ahora, traduci?ndose en el valor de nuestros hombres de campo, en las fortunas f?ciles, y tambi?n en los presupuestos de gastos p?blicos fuera de proporci?n con las entradas reales del erario. Del mismo modo la arrogancia en sus diversas formas, la pereza criolla, la crueldad de ?pocas anteriores, dejaban traslucir el hecho bien real de que la colonia continuaba y aparec?a bajo el velo de la naci?n nueva, como aparecen en las paredes los viejos letreros que han recibido una mano de pintura para permitir la colocaci?n de otros nuevos, pintura que los ha atenuado sin borrarlos dej?ndolos traslucir cuando las claridades indiscretas del d?a lo permiten...
Pero en las ciudades, en las ciudades sobre todo, donde no hab?a que luchar ni con el salvaje ni con el ganado, donde se recib?an noticias frecuentes de Europa, era donde la vida colonial se continuaba y donde Espa?a descubr?a prolongaciones de si misma. Aun muchos a?os despu?s las cosas no pasaban de otro modo; es as? que un distinguido escritor, evocando recuerdos dice que <Add to tbrJar First Page Next Page Prev Page