Read Ebook: El tratado de la pintura by Alberti Leon Battista Leonardo Da Vinci Rej N De Silva Diego Antonio Translator
Font size:
Background color:
Text color:
Add to tbrJar First Page Next Page
Ebook has 545 lines and 80920 words, and 11 pages
Translator: Diego Antonio Rejon de Silva
NOTA DE TRANSCRIPCI?N
EL TRATADO DE LA PINTURA
POR LEONARDO DE VINCI,
POR DON DIEGO ANTONIO REJON DE SILVA, CABALLERO MAESTRANTE DE LA REAL DE GRANADA, Y ACAD?MICO DE HONOR DE LA REAL ACADEMIA DE SAN FERNANDO.
AL SEREN?SIMO SE?OR D. GABRIEL DE BORBON, INFANTE DE ESPA?A &c., &c.
SE?OR.
SEREN?SIMO SE?OR.
Su mas rendido s?bdito
PROLOGO DEL TRADUCTOR.
En todas las artes hay profesores que se contentan con ser meros pr?cticos, sin mas estudio que lo que comunmente ven hacer ? los demas, ni mas reglas que las que les subministra su imaginacion; pero tambien hay otros que uniendo la pr?ctica al estudio y aplicacion, emplean su entendimiento en buscar y aprender los preceptos sublimes que dieron los hombres eminentes de su profesion, y reflex?onar profundamente sobre ellos y sobre las m?x?mas que establecieron; y de ?ste modo executa su mano las producciones de sus fatigas y desvelos con honor y aprovechamiento del art?fice, y con universal satisfaccion y aplauso. Tal vez la Pintura ser? el arte que mas abunde de la una de estas dos especies, aunque no s? con qu? razon se llamar?n los de la primera profesores de Pintura, sino corruptores de ella. No se dirige ? estos mi discurso, ni hallo en m? suficiente caudal de voces, ni tienen bastante fuerza mis argumentos y expresiones para pretender persuadirlos el grosero error que los alucina: solo hablo con los aplicados y estudiosos, con aquellos que se hacen cargo del n?mero de ciencias que han de acompa?ar al arte sublime que profesan: en fin, con los Pintores Fil?sofos, cuyo anhelo es llegar al ?ltimo grado de perfeccion en la Pintura.
Para cooperar en quanto me es posible al aprovechamiento y utilidad de estos he traducido el Tratado de la Pintura del famoso Leonardo de Vinci, y los tres libros de Leon Bautista Alberti, que tratan del mismo arte. Instruido ya un j?ven con fundamento en el dibuxo, y habiendo adquirido alguna pr?ctica en el manejo de los colores, que es la materialidad del arte; se hace preciso que empiece ? estudiar y reflex?onar sobre aquellos primores que caracterizan de divina ? la Pintura, dedic?ndose enteramente al ex?men de la naturaleza para notar y admirar la estupenda variedad de todos los seres que la componen y constituyen su mayor belleza, observando los diversos efectos de la luz, y de la interposicion del ayre en todos los obgetos corp?reos, sacando de todo fecundidad, abundancia y amenidad para la composicion de sus obras, ? imbuy?ndose finalmente de las ideas sublimes de que debe estar adornado el que intente sobresalir en ?sta profesion.
Los aux?lios que necesite para todo esto, juntamente con no pocos preceptos de inestimable precio, los encontrar? en ?ste Tratado, en donde ver? te?ricamente; y luego podr? comprobar con la experiencia las mutaciones que causa en los cuerpos lo mas ? menos grueso del ayre que los circunda, y se interpone entre ellos y la vista, ? la mayor ? menor distancia. En ?l leer? ciertas y cient?ficas reglas para la composicion, viendo el modo de enriquecer una historia con la variedad oportuna de obgetos y figuras que debe tener, sin confundir la accion principal; el contraste de la actitud de todas ellas; el decoro con que han de estar, segun los personages que representan ? la accion en que se suponen; el arreglo de sus movimientos, y la armoniosa contraposicion de tintas, claros y obscuros que ha de reynar en el quadro, para que de todo resulte aquella hermosura que embelesa los sentidos del que lo mira. A cada paso hallar? el documento de la cont?nua observacion del natural, en lo qual insiste siempre Vinci con todo conato, amonestando al Pintor ? que todo lo estudie por ?l, para que sus obras sean hijas leg?timas de la naturaleza, y no se acostumbre nunca ? pintar amanerado. Finalmente todo lo que compone la parte sublime de la Pintura lo hallar? el aplicado en ?sta obra que con razon la miran los inteligentes como excelente y util?sima; pero antes de empezar ? estudiar en ella ser? bien que se haga cargo de las advertencias siguientes.
Parece que Leonardo de Vinci se preciaba de muy inteligente en la Anatom?a, aun mucho mas de lo que necesita y corresponde ? un Pintor. Prueba de esto son algunas secciones del presente Tratado en las que explica varias partes asi externas, como internas de la estructura humana; pero como en aquel tiempo estaba muy en mantillas la ciencia Anat?mica respecto de los adelantamientos con que hoy dia se cultiva, se hallan los tales pasages sumamente defectuosos y errados, cotejados con las observaciones modernas. Tal vez en ellos se habr?n cometido tambien algunas faltas al copiarlos, y esto aumenta mas su error. Para no dexar, pues, defraudada la obra de un ramo de erudicion, que aunque en algunos casos no es absolutamente precisa para el Pintor, con todo no dexa de ser muy ?til y amena; se ha procurado poner en donde le corresponde una nota algo dilatada que explica la materia, aunque no con toda la extension que se requiere, con arreglo ? los mejores Tratados Anat?micos y observaciones modernas. A ?ste trabajo ha ayudado el Licenciado Don Felipe Lopez Somoza, Maestro Disecador de los Reales Hospitales; pero si alguno deseare instruirse mas fundamentalmente, puede acudir al Tratado Anat?mico de Sabatier, edicion de Par?s a?o 1775, ? ? la Anatom?a hist?rica y pr?ctica de Lieutaud con notas de Portal, impresa en la misma Ciudad a?o 1776, que es de donde se ha sacado toda la doctrina para la mejor explicacion. A algunos parecer? superfluo ?ste trabajo; pero bien mirado, ser?a muy extra?o que se publicasen ? vista de la Real Academia de San Fernando unos pasages relativos ? la ciencia que tiene tanta conex?on con el dibuxo, qual es la Anatom?a, y en ellos advirtiesen los inteligentes tantos errores que se dexaban correr libremente y sin reparo alguno. Ni tampoco era decoroso ? la nacion que la falta de correccion de ellos denotase ignorancia en un asunto tan importante.
En la citada edicion de Par?s se tuvieron presentes varios apuntamientos de figuras que hizo el c?lebre Poussin y tenia el M. S. de Ciantelou, arregladas ? las instrucciones que da Vinci en ?ste Tratado, y por ellos dibux? Errard las que se hallan grabadas al pie del cap?tulo ? seccion que las corresponde, aumentando algunas con ropas que tom? del antiguo. En la presente traduccion se han suprimido algunas que no eran necesarias, y las demas las ha dibuxado D. Joseph Castillo, profesor de Pintura en ?sta Corte , y aunque la actitud es la misma; por evitar la nota que ponen ? las de Errard los inteligentes, se las ha dado una proporcion mas gallarda y esbelta, como conviene ? unas figuras de Academia. En donde ha parecido preciso se ha consultado el natural para que salga todo con la posible perfeccion.
En lo demas, qualquier defecto que se halle en la traduccion no ser? por falta de cuidado y diligencia; en cuya suposicion espero lo mire con benignidad quien lo notase, lo qual me basta por suficiente recompensa de las tareas que he emprendido en beneficio de las bellas artes.
Minerva, madre de las artes y ciencias, est? al lado de un ni?o dedicado ? la Pintura; y mostr?ndole con la una mano un libro, y se?alando con la otra al campo, le ense?a que la instruccion de los escritos cient?ficos, y la imitacion de la naturaleza en sus producciones le conducir?n ? la deseada perfeccion. Al otro lado se ve un Genio ? mancebo con varios instrumentos Matem?ticos, denotando la necesidad que tiene la Pintura de la Geometr?a, Perspectiva &c.
Apoyada la Pintura, simbolizada en la paleta, sobre la lectura y estudio, llega indubitablemente ? tener el lucimiento y alabanza merecida, que denotan los rayos de luz, y el ramo de laurel.
?NDICE.
La suma brevedad de las secciones en que est? dividido el Tratado de la Pintura de Vinci escusa el poner ?ndice de ellas, pues con la misma facilidad se puede hallar lo que se busca en el discurso de la obra.
EL TRATADO de la Pintura de Leonardo de Vinci. 3. NOTAS al Tratado de Vinci. 170. VIDA de Leon Bautista Alberti. 183. NOTAS ? la vida de Alberti. 195. LIBRO primero de la Pintura. 197. LIBRO segundo. 220. LIBRO tercero. 251. NOTAS. 263.
VIDA DE LEONARDO DE VINCI,
Si la nobleza de sangre, que es solo una cosa imaginaria, hace tal distincion entre los hombres que ex?lta ? los unos sobre los otros, ?qui?n podr? dudar que la nobleza del ?nimo, que consiste en la virtud efectiva, y reside en la parte que trae su origen del Cielo, no es capaz de ensalzar al hombre desde el estado mas ?nfimo hasta los confines de la divinidad? Adornado Leonardo de Vinci con esta verdadera y mas esclarecida nobleza, pudo igualarse en la gloria y el honor ? los hombres mas grandes de su siglo, y elev?ndose sobre la baxeza de su cuna, vivir, tratar y morir al lado de los Reyes y Pr?ncipes soberanos, y dexar su nombre vinculado ? la inmortalidad.
Naci? Leonardo de Vinci en un lugar llamado Vinci, situado en el valle de Arno, mas abaxo, aunque no muy distante de Florencia; y su padre se llam? Pedro de Vinci. Este, advirtiendo la natural inclinacion de su hijo, que entre las ocupaciones de sus estudios siempre se aplicaba ? dibuxar, resolvi? coadyuvar ? su propension y llevarle ? Florencia, en donde le puso baxo la direccion de Andres Verrochio, Pintor de alguna reputacion en aquel tiempo. Admirado Verrochio del ingenio de aquel j?ven, form? de ?l el concepto que tanto acredit? despues el tiempo; y recibi?ndolo por su disc?pulo, prometi? ? Pedro de Vinci instruir ? su hijo con el cuidado y esmero que debia inspirarle la estrecha amistad que entre ambos reynaba, y segun lo merecian, ? su parecer, las agradables modales y costumbres de Leonardo. Como Verrochio era, ademas de Pintor, Escultor y Arquitecto, Tallista y Platero, aprendi? Leonardo en su escuela no solo ? pintar, sino tambien todas las otras artes que tenian conex?on con el dibuxo: en las que se adelant? tanto, que en poco tiempo dex? atr?s ? su propio Maestro. De ?ste se lee que estando haciendo un quadro para los Religiosos de Valumbrosa que est?n en S. Salvi, cuyo asunto era S. Juan bautizando ? Jesu-Christo, quiso que le ayudase Leonardo, y le mand? dar el colorido ? un Angel que tenia en las manos unas vestiduras. Cumpli? Leonardo el encargo de Verrochio con tanta maestr?a, que excedia su obra considerablemente ? lo demas del quadro; y todos un?nimes convinieron que nada podia igualar ? la belleza del Angel. Qued? avergonzado Verrochio vi?ndose superado de un disc?pulo suyo tan j?ven, y enfurecido contra sus pinceles, jamas volvi? ? manejar colores, despidi?ndose para siempre de la Pintura.
Volviendo ? las primeras obras de Leonardo, dice el Vasari que empez? la cabeza de Medusa en un quadro al ?leo de extra?a invencion, la qual qued? sin concluir. Empez? tambien una adoracion de los Reyes Magos en que habia algunas cabezas bell?simas; pero jamas la concluy?, como por lo comun sucedia ? todas sus obras: porque como era hombre de infinitas noticias y bellas ideas, viv?simo por naturaleza, y de un ingenio muy fecundo, lo mismo era dar principio ? una obra, que ya le venia al pensamiento el emprender otra. Ademas del arte de la Pintura, de que hacia profesion con tanto esmero y diligencia, se aplicaba tambien ? la Escultura, y modelaba con perfeccion. Era excelente Ge?metra, y en la Mec?nica siempre andaba ideando nuevas m?quinas de que fue inventor. Era muy inteligente en la Arquitectura, y nadie le aventajaba en la Perspectiva ni en la Optica. Estudi? tambien las propiedades de las yerbas; y penetrando su ingenio hasta los Cielos, se aplic? ? la Astronom?a, ? hizo varias observaciones acerca del movimiento de las estrellas. En la M?sica se adelant? admirablemente, y lleg? ? cantar y ta?er con tal destreza, que excedi? ? todos los M?sicos de su tiempo; y para que no le faltase habilidad alguna, con el mismo furor que Apolo le inspir? para la Pintura y M?sica, le favoreci? para la Poes?a; pero habi?ndose perdido todas sus composiciones m?tricas, solo nos ha quedado el siguiente Soneto moral.
Chi non pu? quel che vuol, quel che pu? voglia, Che quel che non si pu?, folle ? volere, Adunque saggio ? l'huomo da tenere Che da quel che non pu? suo voler toglia.
Per? ch'ogni diletto nostro e doglia St? in si, e no, saper, voler, potere, Adunque quel sol pu? che co'l dovere Ne trahe la ragion fuor di sua soglia.
Ne sempre ? da voler quel che l'huom puote, Spesso par dolce quel che torna amaro; Piansi gi? quel ch'io volsi, poi ch'io l'hebbi.
Adunque, tu lettor di queste note, S'a te vuoi esser buono, e a gl'altri caro, Vogli sempre poter quel che tu debbi.
Tambien se exercitaba en otras varias habilidades, porque era en extremo aficionado ? los caballos, que manejaba con primor; y siendo igual la agilidad y robustez de sus miembros ? la gallard?a de su presencia y ? la gracia de sus acciones, consigui? superior destreza en la esgrima. Pero sobre todo gustaba de conversar con sus amigos, y tenia tal atractivo en su trato, y tanta felicidad y urbanidad para explicarse, que arrastraba tras s? el ?nimo de quien le escuchaba.
No contento el Pr?ncipe con los beneficios que hizo al Estado Leonardo como Arquitecto y como Ingeniero, quiso tambien que lo adornase como Pintor con alguna obra primorosa de su mano. Mand?le, pues, que en el refectorio de los PP. Dominicos de Sta. Maria de Gracia pintase la Cena de Jesu-Christo con los Ap?stoles, cuyo asunto desempe?? Leonardo con tanta excelencia, que se mir? luego como un milagro del arte. En efecto apur? en ?sta pintura los primores del pincel de tal modo, que todos ? una voz confiesan que nada puede aventajarla ni en dibuxo, ni en expresion, ni en diligencia, ni en colorido. Y en especial pint? con tanta belleza las cabezas de los Ap?stoles, particularmente la de ambos Jacobos, que al llegar ? la de Jesu-Christo, viendo que no era posible darla mayor perfeccion, enfadado la dex? en bosquexo.
Parec?ale al Prior del Convento que duraba mucho la obra del quadro, y se quex? varias veces ? Leonardo de su tardanza, y aun al mismo Duque, quien hablando con Leonardo de ello, supo que solo faltaba para la total conclusion acabar la cabeza de Christo y la de Judas; pero como no podia formar una idea justa de la infinita belleza del Hijo de Dios, no le era posible expresarla con el pincel. La cabeza de Judas, a?adi? Leonardo, como que es hijo del Infierno la tengo ya en el pensamiento, y no dexa de subministrarme idea para ella el gesto de este Frayle, que tan groseramente nos ha importunado ? ambos.
Execut? con mucha felicidad la expresion de la sospecha que concibieron los Ap?stoles de querer saber quien era el que habia vendido ? su Maestro, segun escribe el Vasari, y dice Lomazo que en cada rostro se advertia la admiracion, el espanto, el dolor, la sospecha, el amor y otros varios afectos que agitaban sin duda entonces el corazon de los disc?pulos; y en Judas se notaba la traycion que maquinaba con un rostro propio de un facineroso. Esto da ? entender lo bien que sab?a Leonardo las diferentes alteraciones que causa en el cuerpo la agitacion del ?nimo, que es lo mas delicado y dificultoso del arte, y por consiguiente lo menos practicado. Era ?sta obra digna de permanecer para siempre; pero estando pintada al ?leo en una pared h?meda, dur? muy poco: de modo que hoy se halla casi del todo destruida. Quando Francisco I fue ? Milan, quiso que se buscaran todos los medios posibles para llevarla ? Francia, y enriquecer con ella aquel Reyno; pero como la pared en que estaba era muy gruesa, y tenia de alto y de ancho treinta pies, salieron in?tiles todas las tentativas. Es verosimil que ?ste Monarca mandase sacar alguna copia, y tal vez ser? la que hoy se ve en la Parroquial de San German, clavada en la pared ? mano izquierda, conforme se entra en la Iglesia por la puerta del mediodia. En el mismo refectorio en donde pint? la Cena Leonardo, retrat? del tama?o natural al Duque Ludovico, y ? la Duquesa Beatriz su esposa de rodillas, y delante de ellos sus hijos, y ? la otra parte un Crucifixo. Pint? tambien un nacimiento en una tabla para un Altar por mandado del mismo Duque, cuyo quadro se regal? luego al Emperador.
Sol?a Leonardo retirarse ? la casa de campo de V?vero quando queria filosofar, ? aplicarse ? alguna cosa seria; y es constante que vivi? alli mucho tiempo en compa??a de Francisco Melzi su disc?pulo. Abaxo se pondr? un ?ndice de las obras que escribi?.
Debi?ndose adornar la sala del Consejo en Florencia ?cia el a?o 1503, se eligi? por decreto p?blico ? Leonardo para que la pintara. Para ?ste efecto hizo un carton con delicado arte y graciosa expresion que representaba una historia de Piccino. Empez? ? pintar la obra al ?leo, y quando ya llevaba la mitad advirti? que por haber puesto una imprimacion muy fuerte saltaba todo el color de la pared, y dex? el trabajo.
Elevado Leon X al sumo Pontificado, en quien era hereditario el amor ? las Artes en especial ? la Pintura, acudi? Leonardo ? Roma para ofrecer sus respetos ? aquel Pr?ncipe, verdadero Mecenas de los hombres h?biles. Mand?le pintar una tabla; y cuenta el Vasari que habiendo empezado Vinci con gran priesa ? destilar aceytes y preparar barnices, dixo Leon X que no se podia esperar nada de quien al instante miraba ? los fines sin considerar los medios de una obra. Otras muchas cosas indignas de la sublimidad del ingenio de Vinci cuenta Vasari, las quales deben tenerse por sospechosas por referirlas un apasionado tan ac?rrimo de Miguel Angel, el qual, como ya se ha dicho, era enemigo declarado de Vinci, y se entretenia en quitarle la reputacion con cuentos y burlas que inventaba. Hall?base Vinci sumamente disgustado con aquel ?dio tan implacable, y viendo que le llamaba ? su Reyno Francisco I, que se habia enamorado de sus pinturas quando estuvo en Milan, se resolvi? ? pesar de su avanzada edad, pues pasaba de setenta a?os, ? abrazar un partido tan ventajoso y glorioso para ?l, y tom? el camino de Francia.
Sumo gusto recibi? Francisco I vi?ndose due?o de un profesor tan h?bil, como estimado y deseado; y aunque apenas podia ya trabajar por sus muchos a?os, fue no obstante siempre acariciado sumamente del Rey. Bien sabido es que habiendo estado enfermo muchos meses en Fontainebleau, fue el mismo Rey ? visitarle; y queriendo Vinci, movido del respeto, incorporarse en el lecho y referirle su mal, le sobrevino un accidente, de lo qual enternecido el Monarca le sostuvo con la mano la cabeza, y Leonardo admirado de un favor tan extraordinario, espir? en sus brazos ? los setenta y cinco a?os de su edad con mucha mas gloria que ningun Pintor, si es verdad que una buena y honrosa muerte da honor ? toda la vida.
Fue Leonardo de Vinci muy hermoso de cuerpo, como ya se ha dicho: su juventud la pas? con descuido filos?fico; de modo que se dex? crecer la barba y cabello, y parecia un Hermes ? un Dr?ida antiguo. Nunca quiso casarse, y si alguna vez tuvo esposa, como dice un Pintor, lo fue sin duda el arte de la Pintura, y sus obras sus hijos. Estas se hallan dispersas en varias partes, porque muchas de ellas las tiene el Gran Duque de Florencia, y otras varias las he visto en Inglaterra. En la Idea del Templo de la Pintura de Paulo Lomazo se hace mencion al cap. 33 de una Concepcion de la Virgen Sant?sima que pint? para la Iglesia de San Francisco de Milan; y en la Biblioteca Ambrosiana de la misma Ciudad hay muchos dibuxos y pinturas de su mano.
En Par?s en el Palacio del Cardenal se ve una Ntra. Se?ora suya sentada en el regazo de Sta. Ana, y en los brazos tiene al Ni?o Jesus que est? jugando con una ovejita. El pais que sirve de campo ? ?ste quadro es bell?simo; pero la cabeza de la Virgen qued? sin concluir. El Cardenal Richelieu tenia una Herod?as de singular hermosura; y el S. Juan en el desierto, figura de cuerpo entero que est? en Fontainebleau, y otro quadro de la Virgen con el Ni?o y S. Juan, y un Angel de admirable belleza, todos en un pais, son obras dignas de observacion. En el gabinete del Marques de Sourdis en Par?s hay tambien otra Virgen muy buena del mismo autor.
Mr. de Ciarmois, Secretario del Mariscal de Schemberg, Caballero de insignes prendas, que uniendo en s? la curiosidad y la inteligencia tiene formada una copiosa coleccion de buenos quadros, posee entre ellos uno de Vinci que representa en dos medias figuras al casto Joseph huyendo de la hermosa y deshonesta muger de Putifar. Es un quadro muy bello, y trabajado con suavidad y diligencia: la expresion es admirable; y el pudor del un rostro y la lascivia del otro mas parecen verdaderos que fingidos. Tiene tambien otro quadro de la Virgen, Sta. Ana y el Ni?o con S. Miguel que le presenta una balanza, y San Juan jugando con un corderito; todo sumamente hermoso. Pero ser?a nunca acabar querer referir una por una todas las obras de Leonardo: baste el haber hecho mencion de algunas de sus pinturas; y ahora pasemos ? hablar de las que hizo con la pluma.
Acostumbraba Vinci ? escribir de derecha ? izquierda como los Hebreos, y de ?sta manera estaban escritos aquellos trece vol?menes de que hemos hecho mencion; pero como la letra era buena y clara, se leian con facilidad por medio de un espejo. Es probable que en esto llevase el fin de que no todos leyesen sus obras.
La empresa del canal de Mortesana le di? ocasion de escribir un libro de la naturaleza, peso y movimiento del agua, el qual estaba lleno de varios dibuxos de ruedas y m?quinas para molinos, y para arreglar el curso de las aguas y elevarlas.
SECCION PRIMERA.
El j?ven debe ante todas cosas aprender la Perspectiva para la justa medida de las cosas: despues estudiar? copiando buenos dibuxos, para acostumbrarse ? un contorno correcto: luego dibuxar? el natural, para ver la razon de las cosas que aprendi? antes; y ?ltimamente debe ver y ex?minar las obras de varios Maestros, para adquirir facilidad en practicar lo que ya ha aprendido.
El estudio de aquellos j?venes que desean aprovechar en las ciencias imitadoras de todas las figuras de las cosas criadas por la naturaleza, debe ser el dibuxo, acompa?ado de las sombras y luces convenientes al sitio en que est?n colocadas las tales figuras.
Es evidente que la vista es la operacion mas veloz de todas quantas hay, pues solo en un punto percibe infinitas formas; pero en la comprehension es menester que primero se haga cargo de una cosa, y luego de otra: por exemplo: el lector ver? de una ojeada toda ?sta plana escrita, y en un instante juzgar? que toda ella est? llena de varias letras; pero no podr? en el mismo tiempo conocer qu? letras sean, ni lo que dicen; y asi es preciso ir palabra por palabra, y linea por linea enter?ndose de su contenido. Tambien para subir ? lo alto de un edificio, tendr?s que hacerlo de escalon en escalon, pues de otro modo ser? imposible conseguirlo. De la misma manera, pues, es preciso caminar en el arte de la Pintura. Si quieres tener una noticia ex?cta de las formas de todas las cosas, empezar?s por cada una de las partes de que se componen, sin pasar ? la segunda, hasta tener con firmeza en la memoria y en la pr?ctica la primera. De otro modo, ? se perder? inutilmente el tiempo, ? se prolongar? el estudio: y ante todas cosas es de advertir, que primero se ha de aprender la diligencia que la prontitud.
Hay muchos que tienen gran deseo y amor al dibuxo, pero ninguna disposicion; y esto se conoce en aquellos j?venes, ? cuyos dibuxos les falta la diligencia, y nunca los concluyen con todas las sombras que deben tener.
De ningun modo merece alabanza el Pintor que solo sabe hacer una cosa, como un desnudo, una cabeza, los pliegues, animales, paises ? otras cosas particulares ? ?ste tenor; pues no habr? ingenio tan torpe, que aplicado ? una cosa sola, practic?ndola continuamente, no venga ? executarla bien.
La mente del Pintor debe continuamente mudarse ? tantos discursos, quantas son las figuras de los obgetos notables que se le ponen delante; y en cada una de ellas debe detenerse ? estudiarlas, y formar las reglas que le parezca, considerando el lugar, las circunstancias, las sombras y las luces.
Est?diese primero la ciencia, y luego la pr?ctica que se deduce de ella. El Pintor debe estudiar con regla, sin dexar cosa alguna que no encomiende ? la memoria, viendo que diferencia hay entre los miembros de un animal, y sus articulaciones ? coyunturas.
El Pintor debe ser universal, y amante de la soledad; debe considerar lo que mira, y raciocinar consigo mismo, eligiendo las partes mas excelentes de todas las cosas que ve; haciendo como el espejo que se trasmuta en tantos colores como se le ponen delante: y de ?sta manera parecer? una segunda naturaleza.
Add to tbrJar First Page Next Page