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Read Ebook: Vida de Cervantes by Mayans Y Siscar Gregorio Gil Y Calpe Jes S Author Of Introduction Etc

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Ebook has 195 lines and 59453 words, and 4 pages

Fuime con esto, y lleno de despecho Busqu? mi antigua y l?brega posada.

Arroj?se mi vista ? la campa?a Rasa del mar, que trujo ? mi memoria Del heroico don Juan la heroica haza?a. Donde con alta de soldados gloria. Y con propio valor y airado pecho. Tuve parte en la victoria.

No pudo el hado inexorable avaro, Por m?s que us? de condici?n proterva, Arroj?ndote al mar, sin propio amparo Entre la mora desleal caterva Hacer, Cervantes, que tu ingenio raro, Del furor inspirado de Minerva, Dejase de subir ? la alta cumbre, Dando altas muestras de divina lumbre.

Mientras del yugo sarraceno anduvo Tu cuello preso, y tu cerviz domada, Y all? tu alma al de la fe amarrada ? m?s vigor, mayor firmeza tuvo. G?zase el cielo, mas la tierra estuvo Casi viuda sin ti, y desamparada De nuestras musas la real morada, Tristeza, llanto, soledad mantuvo. Pero despu?s que diste al patrio suelo Tu alma sana, y tu garganta suelta Dentre las fuerzas b?rbaras confusas, Descubre claro tu valor el cielo, G?zase el mundo en tu felice vuelta, Y cobra Espa?a las perdidas musas.

La conclusi?n de este soneto prueba que Miguel de Cervantes Saavedra, aun antes de ser cautivo, era ya tenido en Espa?a por uno de los m?s ilustres poetas de su tiempo.

Hicieron muestra en Vos de su grandeza, Gran Cervantes, los dioses soberanos: Y, cual primera, dones inmortales Sin tasa os reparti? Naturaleza. Jove su rayo os di?, que es la viveza De palabras que mueven pedernales. Diana, el exceder ? los mortales En cantidad de estilo con presteza. Mercurio, las historias mara?adas. Marte, el fuerte vigor que el brazo os mueve. Cupido y Venus, todos sus amores. Apolo, las canciones concertadas. Su ciencia las hermanas todas nueve, y al fin, el dios silvestre, sus pastores.

M?ndanme ingenios nobles, flor de Espa?a, Que un arte de comedias os escriba Que al estilo del vulgo se reciba. F?cil parece este sujeto, y f?cil Fuera para cualquiera de vosotros, Que ha escrito menos de ellos, y m?s sabe Del arte de escribirlas, y de todo: Que lo que ? m? me da?a en esta parte, Es haberlas escrito sin el arte. No porque yo ignorase los preceptos, Gracias ? Dios, que ya tir?n gram?tico Pas? los libros que trataban desto. Antes que hubiese visto al sol diez veces Discurrir desde el Aries ? los Peces. Mas porque en fin hall? que las comedias Estaban en Espa?a en aquel tiempo, No como sus primeros inventores Pensaron que en el mundo se escribieran, Mas como las trataron muchos b?rbaros, Que ense?aron al vulgo ? sus rudezas. Y as? se introdujeron de tal modo, Que quien con arte agora escribe, Muere sin fama y galard?n; que puede Entre los que carecen de su lumbre, M?s que raz?n y fuerza, la costumbre. Verdad es que yo he escrito algunas veces Siguiendo el arte, que conocen pocos; Mas luego que salir por otra parte Veo los monstruos de apariencias llenos, Adonde acude el vulgo y las mujeres Que este triste ejercicio canonizan: ? aquel h?bito b?rbaro me vuelvo, Y cuando he de escribir una comedia, Encierro los preceptos con seis llaves, Saco ? Terencio y Plauto de mi estudio Para que no me den voces; que suele Dar gritos la verdad en libros muchos. Y escribo por el arte que inventaron Los que el vulgar aplauso pretendieron; Porque, como las paga el vulgo, es justo Hablarle en necio para darle gusto.

M?s adelante, dice:

Creed que ha sido fuerza que os trujese ? la memoria algunas cosas destas, Porque ve?is que me ped?s que escriba Arte de hacer comedias en Espa?a, Donde cuanto se escribe es contra el arte, Y qu? decir c?mo ser?n agora, Contra el antiguo, y que en raz?n se funda, Es pedir parecer ? mi experiencia, No al arte, porque el arte verdad dice, Que el ignorante vulgo contradice.

Lo mismo confiesa poco despu?s:

Mas pues del arte vamos tan remotos, Y en Espa?a le hacemos mil agravios, Cierren los doctos esta vez los labios.

Y ?ste mismo, que por los m?s juiciosos y le?dos es tenido por pr?ncipe de la c?mica espa?ola , concluye su arte de este modo:

Mas ninguno de todos llamar pudo M?s b?rbaro que yo, pues contra el arte Me atrevo ? dar preceptos, y me dejo Llevar de la vulgar corriente adonde Me llamen ignorante Italia y Francia. ?Pero qu? puedo hacer, si tengo escritas, Con una que he acabado esta semana, Cuatrocientas y ochenta y tres comedias? Porque fuera de seis, las dem?s todas Pecaron contra el arte gravemente. Sustento, en fin, lo que escrib?, y conozco Que, aunque fueran mejor de otra manera, No tuvieran el gusto que han tenido; Porque ? veces lo que es contra lo justo Por la misma raz?n deleita el gusto.

Muestra en un ingenio la experiencia, Que en a?os verdes y en edad temprana Hace su habitaci?n ans? la ciencia, Como en la edad madura, antigua y cana. No entrar? con alguno en competencia, Que contradiga una verdad tan llana: Y mas si acaso ? sus o?dos llega, Que lo digo por vos, Lope de Vega.

Llovi? otra nube al gran Lope de Vega, Poeta insigne, ? cuyo verso ? prosa Ninguno le aventaja, ni aun le llega.

En la batalla donde el Rayo austrino, Hijo inmortal del ?guila famosa, Al rey del Asia en la campa?a undosa. La fortuna envidiosa Hiri? la mano de Miguel Cervantes: Pero su ingenio en versos de diamantes Los del plomo volvi? con tanta gloria, Que por dulces, sonoros y elegantes, Dieron eternidad ? su memoria: Por que se diga que una mano herida Pudo dar ? su due?o eterna vida.

Y que no propusiesen alabanzas En censuras fingidas, Con falsas esperanzas De que ser?n cre?das, No sin risa escuchadas, En su soberbia y vanidad fundadas.

Nunca fuera caballero De damas tan bien servido Como fuera Lanzarote Cuando de Breta?a vino.

Yo te confieso, oh b?rbaro, y no niego, Que algunos de los muchos que escogiste En el debido punto los pusiste. Pero con los dem?s, sin duda alguna, Pr?digo de alabanzas anduviste. Has alzado ? los cielos la fortuna De muchos que en el centro del olvido Yac?an. Ni llamado, ni escogido Fu? el gran Pastor de Iberia, el gran Bernardo, Que de la Vega tiene el apellido. Fuiste envidioso, descuidado y tardo, Y ? las Ninfas de Henares y Pastores, Como ? enemigos les tiraste un dardo.

Lleg? el Pastor de Iberia, aunque algo tarde, Y derrib? catorce de los nuestros, Haciendo de su ingenio y fuerza alarde.

Mir? la lista, y vi que era el primero El licenciado Juan de Ochoa, amigo, Por poeta, y cristiano verdadero.

Pues al cielo no le plu- Que salieses tan ladi- Como el negro Juan Lati- Hablar latines rehu-

No te metas en dibu- Ni en saber vidas aje- Que en lo que no va ni vie- Pasar de largo es cordu-.

Ir?s del Helic?n ? la conquista Mejor que el mal poeta de Cervantes, Donde no le valdr? ser quijotista.

Quiso Apolo indignado echar el resto De su poder y de su fuerza sola, Y dar al enemigo fin molesto. Y una sacra canci?n, donde acrisola Su ingenio, gala, estilo y bizarr?a Bartolom? Leonardo de Argensola, Cual si fuera un petrarte Apolo env?a Adonde est? el tes?n m?s apretado, M?s dura y m?s furiosa la porf?a. Cuando me paro ? contemplar mi estado, Comienza la canci?n, que Apolo pone En el lugar m?s noble y levantado.

Desta manera andaba la poes?a De uno en otro, haciendo que hablase, Este, lat?n, aqu?l, algarab?a.

En otra parte introduce ? un poeta mal contento reprendiendo al nuestro porque sin m?rito hab?a canonizado ? tantos. Las palabras del poetastro son ?stas:

Oh t? traidor, que los poetas Canonizaste de la larga lista Por causas y por v?as indirectas: ?D?nde ten?as, Maganc?s, la vista Aguda de tu ingenio, que as? ciego Fuiste tan mentiroso coronista? Yo te confieso, oh b?rbaro, y no niego, Que algunos de los muchos que escogiste En el debido punto los pusiste; Pero con los dem?s, sin duda alguna Pr?digo de alabanzas anduviste.

Mand?me el dios parlero luego alzarme, Y con medidos versos y sonantes, Desta manera comenz? ? hablarme: "?Oh Ad?n de los poetas! ?oh Cervantes! ?Qu? alforjas, y qu? traje es ?ste, amigo, Que as? muestra discursos ignorantes?" Yo, respondiendo ? su demanda, digo: "Se?or, voy al Parnaso, y como pobre Con este ali?o mi jornada sigo." Y ?l ? m? dijo: "?Oh sobrehumano, y sobre Esp?ritu cilenio levantado! Toda abundancia y todo honor te sobre. Que en fin has respondido ? ser soldado Antiguo y valeroso, cual lo muestra La mano de que est?s estropeado. Bien s? que en la naval, dura palestra, Perdiste el movimiento de la mano Izquierda, para gloria de la diestra. Y s? que aquel instinto sobrehumano Que de sano inventor tu pecho encierra No te le ha dado el padre Apolo en vano. Tus obras los rincones de la tierra Descubren, y ? la envidia mueven guerra. Pasa, raro inventor, pasa adelante Con tu sotil designio, y presta ayuda ? Apolo, que la tuya es importante. Antes que el escuadr?n vulgar acuda De m?s de siete mil sietemesinos Poetas, que de serlo est?n en duda. Llenas van las sendas y caminos Desta canalla in?til contra el monte, Que aun de estar ? su sombra no son dinos. ?rmate de tus versos luego, y ponte ? punto de seguir este viaje Conmigo y ? la gran obra disponte. Conmigo segur?simo pasaje Tendr?s, sin que te empaches, ni procures Lo que suelen llamar matalotaje."

Jam?s me content?, ni satisfice De hip?critas melindres. Llanamente Quise alabanzas de lo que bien hice.

Puesto ya el pie en el estribo, Con las ansias de la muerte, Gran se?or, ?sta te escribo.

EPITAFIO

Caminante, el peregrino Cervantes aqu? se encierra. Su cuerpo cubre la tierra; No su nombre, que es divino. En fin hizo su camino: Pero su fama no es muerta, Ni sus obras. Prenda cierta De que pudo ? la partida Desde ?sta ? la eterna vida Ir la cara descubierta."

FIN DE LA "VIDA DE CERVANTES"

NOTAS:

En 8.?--4 hjs. prels.--204 p?gs.

Cuatro tomos en 4.? mayor.

En el pr?logo de sus ocho comedias.

En el pr?logo de las novelas.

En el mismo cap?tulo.

?dem, ?dem.

Pr?logo de las novelas.

Alude ? que s?lo era soldado, sin grado alguno.

En el pr?logo de las novelas.

?dem, ?dem.

Lord Carteret.

V?ase la Ley 22, t?tulo 21, partida 2.

En la dedicatoria de sus novelas.

Di?logo II, p?g. 42.

En la Carta 3.

Fr. Antonio de Guevara, obispo de Mondo?edo, distinto de don Antonio de Guevara, prior de San Miguel de Escalada.

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