Read Ebook: The Mystery of Lost River Canyon by Castlemon Harry White George G George Gorgas Illustrator
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Ebook has 289 lines and 27332 words, and 6 pages
Commentator: Arturo E. de la Mota
"LA CULTURA ARGENTINA"
AGUST?N ?LVAREZ
LA TRANSFORMACI?N DE LAS RAZAS EN AM?RICA
Con una introducci?n de
ARTURO E. DE LA MOTA
ADMINISTRACI?N GENERAL:
CASA VACCARO, Av. de Mayo 638--Buenos Airas
?NDICE
Agust?n ?lvarez
Advertencia de la presente edici?n
Introducci?n
La evoluci?n del esp?ritu humano
La madre de los borregos
El mensaje de la esfinge
La palabra de dios
El criador y sus criaturas
El alfarero y los cantaros
La fe y la razon
El pasado y el presente
La escuela religiosa
La revelaci?n y la evoluci?n
Las ?ltimas auroras
El pasado y el futuro
Dios medioeval y dios moderno
La sociedad presente y la futura
El porvenir
Las ideas capitales de la civilizaci?n en el momento que pasa
La vida y el bienestar
La vida y la salud
La religi?n y la ciencia
Instituciones libres
Instituciones libres
Evoluci?n intelectual de las sociedades
Sumario: La barbarie. --C?mo se realiza el progreso. --Las civilizaciones antiguas. --Las civilizaciones medioevales. --La civilizaci?n moderna. --Evoluci?n de la moral.
El diablo en Am?rica
AGUST?N ?LVAREZ
Naci? en la ciudad de Mendoza el 15 de Julio de 1857. Hu?rfano desde la primera edad, fue un "self made man"; si lleg? a conquistar fama y rango, no fue tan s?lo por su talento original y su vasta ilustraci?n, sino tambi?n por sus ejemplares virtudes p?blicas y privadas.
Curs? estudios secundarios en el Colegio Nacional de Mendoza; all? encabez? una revuelta estudiantil para obtener reformas de la ense?anza y cambios en las autoridades docentes. En 1876 se traslad? a Buenos Aires, ingresando al Colegio Militar; en 1883 emprendi? estudios universitarios, gradu?ndose en Derecho en 1888. Fue Juez en lo civil, en Mendoza y Diputado por esa provincia al Congreso Nacional . Su doble competencia militar y forense lo llev? al cargo de vocal letrado del Consejo Supremo de Guerra y Marina . Durante los ?ltimos quince a?os de su vida fue un ap?stol de la educaci?n cient?fica y moral, ocupando c?tedras en las Universidades de Buenos Aires y La Plata; de ?sta ?ltima fue vicepresidente fundador y canciller vitalicio.
Su carrera de escritor, iniciada en la prensa, en 1882, le llev? a especializarse en estudios de educaci?n, sociolog?a y moral. Son sus obras principales: "South Am?rica" , "Manual de Patolog?a Pol?tica" , "Educaci?n Moral" , "?Adonde vamos?" , "La transformaci?n de las razas en Am?rica" , "Historia de las Instituciones Libres" , "La Creaci?n del Mundo Moral" , y numerosos folletos y escritos sobre los problemas pol?ticos, sociol?gicos y ?ticos que constituyeron la constante preocupaci?n de su edad madura.
La democracia en lo pol?tico, el liberalismo en lo moral, el laicismo en lo pedag?gico y la justicia en lo social, fueron los cimientos cardinales de su vasta obra de ap?stol y de pensador, orientada en el sentido educacional de Sarmiento y eticista de Emerson.
Su virtud y su sencillez fueron tan grandes como su consagraci?n al estudio y a la ense?anza; fue, siempre, un var?n justo.
Falleci? en Mar del Plata el 15 de Febrero de 1914.
ADVERTENCIA DE LA PRESENTE EDICI?N
INTRODUCCI?N
Nunca ser? m?s oportuno e interesante estudiar a Agust?n ?lvarez que en la hora actual, tanto por lo que el hombre, la vida y su obra comportan de halag?e?o y significativo como para enfrentarlo con la incertidumbre y regresi?n del momento. Vientos de reacci?n soplan por todas partes; luctuosos tiempos los que corren y m?s luctuosos, acaso, los que se avecinan. Reacci?n criollista y religiosa a la vez. El pasado b?rbaro vuelve a la escena con sus violencias primarias, su "culto nacional del coraje". El dogma pujando por ahogar la libertad y el libre examen. El amo esforz?ndose por anular la cr?tica y la fiscalizaci?n. En suma, las dos f?rmulas fatales: reacci?n pol?tica y reacci?n religiosa. Estado social peligroso, formas funestas a los pueblos nuevos que han menester savia joven e ideales nuevos.
Y no es alarmismo de pesimista el nuestro: miramos los fen?menos sociales objetivamente, poniendo sordina a la pasi?n y al entusiasmo.
"Ilusos o criminales--dice un respetable escritor--gracos o dulcamaras, su brillante fraseolog?a s?lo sirve para enga?ar a los cr?dulos y arrastrarlos a la perdici?n. ?Qu? cuadro doloroso el de estas naciones corro?das en que una fachada opulenta esconde un edificio en ruinas y en que el aparato de la civilizaci?n s?lo sirve de m?scara a la decrepitud y los vicios de la decadencia!".
La regresi?n de esta hora hist?rica es innegable. Es un estado de plena patolog?a pol?tica. Hechos hay a granel que abonan la seriedad de este aserto; bastar? auscultar serenamente el ambiente social para percibirlo. Es "el tinglado de la antigua farsa" que dijera Benavente. Mas no es caso de lamentarse ni temblar: recojamos el ?nimo y vayamos hacia Agust?n ?lvarez. Estudi?moslo y meditemos su obra de m?ltiples proyecciones sociales, fecunda y sobria en ense?anzas, que, en la recia urdimbre de su pensamiento, robusteceremos nuestro esp?ritu, en su vida austera hallaremos un modelo que imitar y en la cosecha del sembrador encontraremos la buena semilla--todav?a infecunda--para esparcirla a todos los vientos, en la seguridad de que contribuiremos al mejoramiento moral, social y pol?tico de este pedazo de suelo en que nos toca actuar y vivir.
Por mi parte tengo que confesar con rubor no haber conocido a ?lvarez, sino algo despu?s de los veinte a?os, vale decir, en su obra de pensador, de moralista, de soci?logo, de educador, que lo fue en el m?s alto concepto del vocablo. Su vasta, compleja e inusitada labor esparcida en numerosos vol?menes, de filosof?a, de educaci?n, de pol?tica y de sociolog?a, escritos con ese sello tan caracter?stico, tan suyo, que lo hace inconfundible entre mil.
No he conocido antes a ?lvarez. Por otra parte no estoy seguro de que hubiera comprendido en toda su intensidad e intenci?n el valor de sus escritos y obras, en la primera juventud en que gustamos m?s de la frase que suena, de la cl?usula arm?nica al o?do, que de su contenido o sustancia. Y no es m?a la culpa; en mi lejana ciudad natal el maestro era un desconocido y seguir? si?ndolo qui?n sabe por cuanto tiempo. All? donde, seg?n el decir suyo, tan exacto como mortificante, se gasta m?s sebo y cera para fabricar velas que jab?n para la higiene, claro est? que ?lvarez y sus ideas no pod?an llegar sino de contrabando. El medio es francamente hostil a ellas. Se lo ignora como se lo ignora a Ameghino: s?lo se los conoce de nombre. Apenas si Darwin y Comte tienen uno que otro disc?pulo infiel. ?Y c?mo iba a escucharse la voz del maestro laico, del fil?sofo de la libertad, del cr?tico agudo y mordaz de nuestra patolog?a pol?tica y social si aquellas sociedades provincianas son un exponente del pasado hispano-colonial con todos sus prejuicios y rutinas? ?Podr?a o?rse la voz de ?lvarez, su cr?tica recia y fuerte a todos los dogmas religiosos donde el esp?ritu manso y serenamente episcopal del padre Esqui? preside la vida de las gentes todav?a con sus sermones en olor de santidad?
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