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Read Ebook: El corazón juglar by Urbina Luis G Luis Gonzaga

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Ebook has 256 lines and 16643 words, and 6 pages

AL PASAR

Y dime, bondadosa criatura, en cuyos ojos la ilusi?n naufraga: dime si por ventura te ha quedado una gota de ternura que verter en mi llaga.

Junto a la lumbre de tu hogar me siento sin soltar mi bord?n de peregrino. Vine cansado y triste... Mas no intento oponerme al destino.

La noche va a llegar, estoy sediento de una l?grima... D?mela, y contento proseguir? el camino...

Toledo, Septiembre 1916.

DEL AZUL AL GRIS

Una calle de barrio.--En la fachada --una fachada colonial y austera-- el abierto balc?n, donde la amada todas las tardes, a las seis, me espera. Cielo azul, aire limpio, luz dorada. Acaba de llover. Sol. Primavera. Huele a tierra mojada.

En la mansa quietud del vecindario ladra un can solitario; dando traspi?s, un ebrio soliloquia; gime Chopin en piano centenario, y el humilde esquil?n de la parroquia llama a los feligreses al rosario. Los hilos del tel?grafo, con finas rayas de pentagrama, ornan los bordes del pretil de las casas en ruinas; y all? las bulliciosas golondrinas est?n haciendo y deshaciendo acordes.

Sonar se oye a distancia un organillo. Del cercano jard?n viene un aroma de musgo. Dan las seis. Yo paso. Un brillo me alumbra el coraz?n. ?Ella se asoma! Me paro en el portal, junto a la tienda, y as? espero feliz, frente a la amada, a que la noche obscura nos sorprenda prendidos de una l?mpida mirada. ?Estamos, en la sombra sosegada, oyendo al ruise?or de la leyenda!

?D?nde estoy? En Madrid. Vivo entre extra?os, entre ansias nuevas y papeles viejos. ?C?mo vine? No s?. Ya estoy muy lejos de mi pa?s y de mis veinte a?os. Sali? anoche del fondo de la nada este cuadro de amor. Mir? la cosa m?s f?til y, no obstante, m?s so?ada. ?Leve impresi?n, ef?mera y alada, como una mariposa! Borr?se la visi?n del para?so. La realidad me vuelve a las sencillas vulgaridades de mi cuarto piso. Para ganarme el pan, se hace preciso emborronar, a diario, unas cuartillas. ?Me siento tan distante, tan distante de aquel nocturno y repetido instante --de ?l me alejan la vida y el Atl?ntico-- que sobre una mesa de estudiante versifiqu? mi amor ultra-rom?ntico!

?Basta, memoria! El hambre me vigila; terco es el mal, y la existencia, dura. ?Ya est?, cuerpo rebelde, alma intranquila; es necesario hacer literatura!

La ventana clarea en gris borroso. El d?a est? lluvioso. Mi alcoba est? en penumbras, y me invita a quedarme en el lecho. ?Qu? triste soledad, y qu? infinita! ?Qu? suspiro tan hondo el de mi pecho! ?Rigideces de muerte hay en mi cuita! ?Son del sepulcro, el fr?o y mi reposo!

Y mi vasta patrona entra y me grita: <>

Madrid, Calle del Pez, 1916.

A UN RINC?N MADRILE?O

Plaza de Santa Ana, vieja plaza m?a, de ?rboles a?osos y ?gil alegr?a, donde, tarde a tarde de verano, el sol, frente a mis curiosas miradas pon?a los brillos fugaces de su pedrer?a sobre la fachada del Teatro Espa?ol.

?Plaza de Santa Ana que me diste abrigo, que me recibiste como a buen amigo, y, paciente abuela, con sabia bondad me contaste cuentos de Lope y Cervantes, de Felipe Cuarto, de los comediantes, de amor y de ingenio, de gloria y piedad!

Bien supiste c?mo no era yo un extra?o, y entonces sacaste tus galas de anta?o: un tapiz pendiendo de cada balc?n; y en un esplendente desfile de trajes espadas, brocados, joyeles, encajes, las calzas de seda y el negro jub?n.

Poetas fam?licos, mujeres gentiles, enhiestas las varas de los alguaciles; l?mparas que humean del retablo al pie. Lances picarescos de amor y fortuna, la mitad en sombra, la mitad en luna, y un heroico anhelo de codicia y fe.

Hoy todo ha cambiado menos t?. Lozana, tu vieja alegr?a, plaza de Santa Ana, tiene, como entonces, luz, vida y color: gal?n que provoca, ni?o que vocea, dama que se encubre y cura que haldea detr?s de las mozas que venden amor.

Entre dos portales, como en hornacina, el mendigo ciego toca la ocarina, la sucia gitana dice el porvenir. Lleva el viento voces, y la luz, diamantes; y--orquesta del coro de los estudiantes--en techos y frondas charlan, como antes, los gorriones, esos hijos de Madrid.

?Plaza de Santa Ana, donde yo viv?a dos horas de fuego, de luz y alegr?a, las tardes del limpio verano espa?ol. Para que diviertas mi melancol?a, mientras que yo vuelvo, guarda, plaza m?a, tu j?bilo arcaico, tu ensue?o y tu sol!

Madrid, Diciembre 30 1918.

EL BESO DE LA SOMBRA

A veces, en la noche, mientras leo --olvidado de todo lo que existe-- y oigo en mi estancia sola el aleteo de mi esp?ritu triste,

baja a mi frente, a refrescar mis males, un soplo, cual un h?lito de brisa; el que abri? en unos labios virginales la flor de la sonrisa.

Aroma que aspir? cuando compuse el madrigal m?s puro y m?s risue?o; suspiro de una boca en la que puse por cada ?sculo, un sue?o.

?Suave aliento de amor que me circunda de ultraterrestre luz desconocida, ll?vame al seno de la paz profunda, y, como sobre llama moribunda, sopla sobre mi vida!

Avita, Febrero 1919.

EL DOLOR CANSADO

Pero bajo la sombra de un doloroso olvido se estremeci? la angustia de tu pasi?n fatal, y se aviv? el recuerdo, y el coraz?n herido sinti? que lo punzaban con una espina m?s...

M?xico, Julio 1918.

LA VISITA DEL EXTASIS

Ten?a la tristeza a flor de alma bajo la noche azul, radiante y bella. V? la ciudad dormida, el mar en calma... Y, de pronto, cay? sobre la palma de mi mano, una estrella.

Lleno de vida, el sideral diamante, en brillos expresaba su emoci?n. Ven?a de un misterio muy distante, y entre mi mano estaba palpitante, tal como un coraz?n.

Sent? en el pecho una caricia pura que con su refulgencia cristalina fundi? mi ser en no s? qu? ternura religiosa y divina.

Fu? un instante sublime de consuelo que lo infinito puso en mi vivir... Despu?s, la estrella pr?fuga del cielo, como ave de luz tr?mula, alz? el vuelo y se volvi? a clavar en el zafir.

Habana, 1915.

VESPERTINA

Un largo silencio en mi vida; en el alma un obscuro pesar. --?Y la tarde en zafir encendida! ?Y la tierra sensual y florida! ?Y amoroso el arrullo del mar!

Un recuerdo que en m? desfallece. Un af?n que los ojos cerr?. --?Y la luz de este ocaso que ofrece un camino al ensue?o y parece ave azul que las alas abri?!

Ansiedad, como en noches de infancia, de dormir sin dolor ni placer... --?Y una dulce canci?n que, a distancia, va esparciendo, como una fragancia, una tr?mula voz de mujer!...

Fuenterrab?a, Septiembre 1918.

CUADRO DE G?NERO

INTERIOR

Un tiesto de porcelana de China, blanco y azul, con su cimera de rosas desmayadas por la luz. En el balc?n est? el tiesto; y el balc?n es como un cuadrado de nieve y de oro, .

Afuera, el d?a que esplende, la plaza sola, ning?n ruido, el adormilado arrabal en plenitud de sol, el dorado gris del polvo; el calvo sauz que en una tapia de adobe apoya su senectud.

Medio d?a. Una voz canta a lo lejos. Aire, luz, bochorno, apaciguamiento; todo sonr?e en quietud. ?Y t?, rumiando tristezas, sientes llegar del azul del cielo; del aire, de las cosas, la juventud, alma m?a, y el ensue?o, que fu? milagroso augur, y la ilusi?n, hada buena, cuya vara de virtud dibuj? en tus horizontes una divina Stambul! ?Antigualla dolorosa, te invita el ambiente; haz un esfuerzo; todo sonr?e; sonr?e, alma m?a, t?!

M?xico, Colonia de la Bolsa, 1914.

UN VIAJE AUDAZ

Frente al gran Ocaso lento me hice todo pensamiento y un capricho extra?o tuve: en el esquife de argento de una nube, embarqu?me a la conquista de un ensue?o tenue y vago. --El crep?sculo era un lago de amatista.-- Y part? nimbo a la flava isla, donde lisonjera y amorosa me esperaba la Quimera. V? a lo lejos lirios, rosas, en florestas de ideal, y ciudades milagrosas de cristal. V? un alc?zar escarlata, y un jard?n de pedrer?a y una negra cabalgata que corr?a. V? plomizas catedrales, grises torres, ?ureos domos, y calados de vitrales policromos. V? en la testa de un endriago una r?tila guirnalda. --El crep?sculo era un lago de esmeralda.--

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