Read Ebook: Verdadera historia de los sucesos de la conquista de la Nueva-España (1 de 3) by D Az Del Castillo Bernal
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Ebook has 1446 lines and 133319 words, and 29 pages
Y estando en estos conciertos amaneci?, y dijimos unos soldados ? otros que tuvi?semos confianza en Dios, y corazones muy fuertes para pelear, y despues de nos encomendar ? Dios, cada uno hiciese lo que pudiese para salvar las vidas.
Pues viendo nuestro capitan que no bastaba nuestro buen pelear, y que nos cercaban muchos escuadrones, y venian m?s de refresco del pueblo, y les traian de comer y beber y muchas flechas, y nosotros todos heridos, y otros soldados atravesados los gaznates, y nos habia muerto ya sobre cincuenta soldados; y viendo que no teniamos fuerzas, acordamos con corazones muy fuertes romper por medio de sus batallones, y acogernos ? los bateles que teniamos en la costa, que fu? buen socorro, y hechos todos nosotros un escuadron, rompimos por ellos; pues oir la grita y silbos y vocer?a y priesa que nos daban de flecha y ? mantiniente con sus lanzas, hiriendo siempre en nosotros.
Pues otro da?o tuvimos, que, como nos acogimos de golpe ? los bateles y ?ramos muchos, ?banse ? fondo, y como mejor pudimos, asidos ? los bordes, medio nadando entre dos aguas, llegamos al nav?o de m?nos porte, que estaba cerca, que ya venia ? gran priesa ? nos socorrer, y al embarcar hirieron muchos de nuestros soldados, en especial ? los que iban asidos en las popas de los bateles, y les tiraban al terrero, y entraron en la mar con las lanchas y daban ? mantiniente ? nuestros soldados, y con mucho trabajo quiso Dios que escapamos con las vidas de poder de aquella gente.
Pues ya embarcados en los nav?os, hallamos que faltaban cincuenta y siete compa?eros, con los dos que llevaron vivos, y con cinco que echamos en la mar, que murieron de las heridas y de la gran sed que pasaron.
Y desque nos vimos salvos de aquellas refriegas, dimos muchas gracias ? Dios; y cuando se curaban las heridas los soldados, se quejaban mucho del dolor dellas, que como estaban resfriadas con el agua salada, y estaban muy hinchadas y da?adas, algunos de nuestros soldados maldecian al piloto Anton Alaminos y ? su descubrimiento y viaje, porque siempre porfiaba que no era tierra firme, sino isla; donde los dejar? ahora, y dir? lo que m?s nos acaeci?.
C?MO ACORDAMOS DE NOS VOLVER ? LA ISLA DE CUBA, Y DE LA GRAN SED Y TRABAJOS QUE TUVIMOS HASTA LLEGAR AL PUERTO DE LA HABANA.
Desque nos vimos embarcados en los nav?os de la manera que dicho tengo, dimos muchas gracias ? Dios, y despues de curados los heridos , acordamos de nos volver ? la isla de Cuba; y como estaban tambien heridos todos los m?s de los marineros que saltaron en tierra con nosotros, que se hallaron en las peleas, no teniamos quien marchase las velas, y acordamos que dej?semos el un nav?o, el de m?nos porte, en la mar, puesto fuego, despues de sacadas d?l las velas y anclas y cables, y repartir los marineros que estaban sin heridas en los dos nav?os de mayor porte; pues otro mayor da?o teniamos, que fu? la gran falta de agua; porque las pipas y vasijas que teniamos llenas en Champoton, con la grande guerra que nos dieron y priesa de nos acoger ? los bateles no se pudieron llevar, que all? se quedaron, y no sacamos ninguna agua. Digo que tanta sed pasamos, que en las lenguas y bocas teniamos grietas de la secura, pues otra cosa ninguna para refrigerio no habia.
?Oh qu? cosa tan trabajosa es ir ? descubrir tierras nuevas, y de la manera que nosotros nos aventuramos! No se puede ponderar sino los que han pasado por aquestos excesivos trabajos en que nosotros nos vimos.
Dejemos esta pl?tica, y dir? que entre tanto que fueron los bateles por el agua, se levant? un viento nordeste tan deshecho, que ?bamos garrando ? tierra con los nav?os; y como en aquella costa es traves?a y reina siempre norte y nordeste, estuvimos en muy gran peligro por falta de cable; y como lo vieron los marineros que habian ido ? tierra por el agua, vinieron muy m?s que de paso con los bateles, y tuvieron tiempo de echar otras anclas y maromas, y estuvieron los nav?os seguros dos dias y dos noches; y luego alzamos anclas y dimos vela, siguiendo nuestro viaje para nos volver ? la isla de Cuba.
Parece ser el piloto Alaminos se concert? y aconsej? con los otros dos pilotos que desde aquel paraje donde est?bamos atraves?semos ? la Florida, porque hallaban por sus cartas y grados y alturas que estaria de all? obra de setenta leguas, y que despues, puestos en la Florida, dijeron que era mejor viaje ? m?s cercana navegacion para ir ? la Habana que no la derrota por donde habiamos primero venido ? descubrir; y as? fu? como el piloto dijo; porque, segun yo entend?, habia venido con Juan Ponce de Leon ? descubrir la Florida, habia diez ? doce a?os ya pasados.
Volvamos ? nuestra materia: que atravesando aquel golfo, en cuatro dias que navegamos vimos la tierra de la misma Florida; y lo que en ella nos acaeci? dir? adelante.
C?MO DESEMBARCARON EN LA BAH?A DE LA FLORIDA VEINTE SOLDADOS, Y CON NOSOTROS EL PILOTO ALAMINOS, PARA BUSCAR AGUA, Y DE LA GUERRA QUE ALL? NOS DIERON LOS NATURALES DE AQUELLA TIERRA, Y LO QUE M?S PAS? HASTA VOLVER ? LA HABANA.
Llegados ? la Florida acordamos que saliesen en tierra veinte soldados de los que teniamos m?s sanos de las heridas: yo fu? con ellos y tambien el piloto Anton de Alaminos, y sacamos las vasijas que habia, y azadones, y nuestras ballestas y escopetas; y como el capitan estaba muy mal herido, y con la gran sed que pasaba muy debilitado, nos rog? que por amor de Dios que en todo caso le truj?semos agua dulce, que se secaba y moria de sed; porque el agua que habia era muy salada y no se podia beber, como otra vez ya dicho tengo.
Llegados que fuimos ? tierra, cerca de un estero que entraba en la mar, el piloto reconoci? la costa y dijo que habia diez ? doce a?os que habia estado en aquel paraje, cuando vino con Juan Ponce de Leon ? descubrir aquellas tierras, y all? le habian dado guerra los indios de aquella tierra, y que les habian muerto muchos soldados, y que ? esta causa estuvi?semos muy sobre aviso apercebidos, porque vinieron en aquel tiempo que dicho tiene muy de repente los indios cuando le desbarataron; y luego pusimos por esp?as dos soldados en una playa que se hacia muy ancha, ? hicimos pozos muy hondos donde nos pareci? haber agua dulce, porque en aquella sazon era menguante la marea; y quiso Dios que top?semos muy buena agua, y con el alegr?a, y por hartarnos della y lavar pa?os para curar las heridas, estuvimos espacio de una hora; y ya que queriamos venir ? embarcar con nuestra agua muy gozosos, vimos venir al un soldado de los que habiamos puesto en la playa dando muchas voces diciendo:
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Y el soldado dando voces, ? venia corriendo, y los indios llegaron casi ? la par con el soldado contra nosotros, y traian arcos muy grandes y buenas flechas y lanzas, y unas ? manera de espadas, y vestidos de cueros de venados, y eran de grandes cuerpos, y se vinieron derechos ? nos flechar, ? hirieron luego seis de nuestros compa?eros, y ? m? me dieron un flechazo en el brazo derecho de poca herida; y d?mosles tanta priesa de estocadas y cuchilladas y con las escopetas y ballestas, que nos dejan ? nosotros los que est?bamos tomando agua de los pozos, y van ? la mar y estero ? ayudar ? sus compa?eros los que venian en las canoas donde estaba nuestro batel con los marineros, que tambien andaban peleando pi? con pi? con los indios de las canoas, y aun les tenian ya tomado el batel y le llevaban por el estero arriba con sus canoas, y habian herido ? cuatro marineros, y al piloto Alaminos le dieron una mala herida en la garganta; y arremetimos ? ellos, el agua m?s que ? la cinta, y ? estocadas les hicimos soltar el batel, y quedaron tendidos y muertos en la costa y en el agua veintidos de ellos, y tres prendimos, que estaban heridos poca cosa, que se murieron en los nav?os.
Despues desta refriega pasada, preguntamos al soldado que pusimos por vela qu? se hizo su compa?ero Berrio ; dijo que lo vi? apartar con una hacha en las manos para cortar un palmito, y que fu? h?cia el estero por donde habian venido los indios de guerra, y que oy? voces de espa?ol, y que por aquellas voces vino de presto ? dar mandado ? la mar, y que ent?nces le debieran de matar; el cual soldado solamente ?l habia quedado sin ninguna herida en lo de Potonchan, y quiso su ventura que vino all? ? fenecer; y luego fuimos en busca de nuestro soldado por el rastro que habian traido aquellos indios que nos dieron guerra, y hallamos una palma que habia comenzado ? cortar, y cerca della mucha huella en el suelo, m?s que en otras partes; por donde tuvimos por cierto que le llevaron vivo, porque no habia rastro de sangre, y anduvimos busc?ndole ? una parte y ? otra m?s de una hora, y dimos voces, y sin m?s saber de ?l nos volvimos ? embarcar en el batel y llevamos ? los nav?os el agua dulce, con que se alegraron todos los soldados, como si ent?nces les di?ramos las vidas; y un soldado se arroj? desde el nav?o en el batel con la gran sed que tenia, tom? una botija ? pechos, y bebi? tanta agua, que della se hinch? y muri?.
?bamos en cuatro brazas lo m?s hondo, y toc? la nao capitana entre unas como isletas ? hizo mucha agua; que con dar todos los soldados que ?bamos ? la bomba no podiamos estancar, ? ?bamos con temor no nos aneg?semos.
Acu?rdome que traiamos all? con nosotros ? unos marineros levantiscos, y les deciamos:
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