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Read Ebook: Verdadera historia de los sucesos de la conquista de la Nueva-España (3 de 3) by D Az Del Castillo Bernal

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Ebook has 990 lines and 104405 words, and 20 pages

NOTA DE TRANSCRIPCI?N

CONQUISTA DE NUEVA-ESPA?A POR BERNAL DIAZ DEL CASTILLO.

VERDADERA HISTORIA DE LOS SUCESOS DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA-ESPA?A,

POR EL CAPITAN BERNAL DIAZ DEL CASTILLO, UNO DE SUS CONQUISTADORES.

MADRID.--1863. Imprenta de Tejado, calle de Silva, n?mero 12.

CONQUISTA DE LA NUEVA-ESPA?A

POR

BERNAL DIAZ DEL CASTILLO.

C?MO FUERON ANTE SU MAJESTAD P?NFILO DE NARVAEZ Y CRIST?BAL DE TAPIA, Y UN PILOTO QUE SE DECIA GONZALO DE UMBR?A Y OTRO SOLDADO QUE SE LLAMABA C?RDENAS, CON FAVOR DEL OBISPO DE B?RGOS, AUNQUE NO TENIA CARGO DE ENTENDER EN COSAS DE INDIAS, QUE YA LE HABIAN QUITADO EL CARGO Y SE ESTABA EN TORO: TODOS LOS POR M? REFERIDOS DIERON ANTE SU MAJESTAD MUCHAS QUEJAS DE CORT?S, Y LO QUE SOBRE ELLO SE HIZO.

Ya he dicho en el cap?tulo pasado c?mo Su Santidad vi? y entendi? los grandes servicios que Cort?s y todos nosotros los conquistadores que en su compa??a milit?bamos habiamos hecho ? Dios Nuestro Se?or ? ? Su Majestad ? ? toda la cristiandad, y de c?mo se le hizo merced ? Cort?s de le hacer gobernador de la Nueva-Espa?a, ? las bulas ? indulgencias que envi? para las iglesias ? hospitales, y las santas absoluciones para todos nosotros; y visto por su majestad lo que el Santo Padre mandaba, despues de bien informado de toda la verdad, lo confirm? con otros Reales mandos; y en aquella sazon se quit? el cargo de presidente de Indias al Obispo de B?rgos, y se fu? ? vivir ? la ciudad de Toro; y en este instante lleg? ? Castilla P?nfilo de Narvaez, el cual habia sido capitan de la armada que envi? Diego Velazquez contra nosotros; y tambien en aquel tiempo lleg? Crist?bal de Tapia, el que habia enviado el mismo Obispo ? tomar la gobernacion de la Nueva-Espa?a, y llevaron en su compa??a ? un Gonzalo de Umbr?a, piloto, ? ? otro soldado que se decia C?rdenas, y todos juntos se fueron ? Toro ? demandar favor al Obispo de B?rgos para se ir ? quejar de Cort?s delante de su majestad, porque ya su majestad habia venido de Flandes.

Y el Obispo no deseaba otra cosa sino que hubiese quejas de Cort?s y de nosotros; ? tales favores ? presas les di? el Obispo, que se juntaron los procuradores del Diego Velazquez que estaban en la c?rte, que se decian Bernardino Velazquez, que ya le habia enviado desde Cuba para que procurase por ?l, y Benito Martin ? Manuel de Rojas, y fueron todos juntos delante del Emperador nuestro se?or, y se quejaron reciamente de Cort?s; y los cap?tulos que contra ?l pusieron fu?, que Diego Velazquez envi? ? descubrir y poblar la Nueva-Espa?a tres veces, y que gast? gran suma de pesos de oro en nav?os y armas y matalotaje, y en cosas que di? ? los soldados, y que envi? con la armada ? Hernando Cort?s por capitan, y se alz? con ella, y que no le acudi? con ninguna cosa.

Tambien le acusaron que, no embargante todo esto, que envi? el Diego Velazquez ? P?nfilo de Narvaez por capitan de m?s de mil trescientos soldados, con diez y ocho nav?os y muchos caballos y escopeteros y ballesteros, y con cartas y provisiones de su majestad, y firmadas de su presidente de Indias, que era el Obispo de B?rgos ? Arzobispo de Rosano, para que le diesen gobernacion de la Nueva-Espa?a, y no lo quiso obedecer; ?ntes le di? guerra y desbarat?, y mat? su alf?rez y sus capitanes, y le quebr? un ojo, y que le quem? cuanta hacienda tenia, y le prendi? al mismo Narvaez y ? otros capitanes que tenia en su compa??a.

Y que, no embargante este desbarate, que provey? el mismo Obispo de B?rgos para que fuese el Crist?bal de Tapia, que presente estaba, como fu? ? tomar la gobernacion de aquellas tierras en nombre de su majestad, y que no lo quiso obedecer, y que por fuerza le hizo volver ? embarcar; y acus?banle que habia demandado ? los indios de todas las ciudades de la Nueva-Espa?a mucho oro en nombre de su majestad, y se lo tomaba y encubria y lo tenia en su poder; acus?banle que, ? pesar de todos sus soldados, llev? quinto como Rey de todas las partes que se habian habido en M?jico; acus?banle que mand? quemar los pi?s ? Guatemuz ? ? otros caciques porque diesen oro; acus?ronle que no di? ni acudi? con las partes del oro ? los soldados, y que todo lo resumi? en s?; acus?banle los palacios que hizo y casas muy fuertes, y que eran tan grandes como gran aldea, y que hacia servir en ellas ? todas las ciudades de la redonda de M?jico, y que les hacia traer grandes cipreses y piedra desde l?jas tierras, y que habia dado ponzo?a ? Francisco de Garay por le tomar su gente y armada; y le pusieron otras muchas cosas y acusaciones, y tantas, que su majestad estaba enojado de oir tantas sinjusticias como del Cort?s decian, creyendo que era verdad.

Y demas desto, como el Narvaez hablaba muy entonado, dijo estas palabras que oir?n:

--<>

Ent?nces dice que se rio el Emperador, y la respuesta que di? fu?, que en todo mandaria hacer justicia; y luego mand? juntar ciertos caballeros de sus Reales consejos y de su Real c?mara, personas de quien S. M. tuvo confianza que harian recta justicia, que se decian, Mercurio Catirinario, gran canciller italiano, y mosiur de Lasao y el doctor de La-Rocha, flamencos, y Hernando de Vega, se?or de Grajales y comendador mayor de Castilla, y el doctor Lorenzo Galindez de Carvajal y el licenciado Vargas, tesorero general de Castilla; y desque ? su majestad le dijeron que estaban juntos, les mand? que mirasen muy justificadamente los pleitos y debates entre Cort?s y Diego Velazquez ? aquellos querellosos, y que en todo hiciesen justicia, no teniendo aficion ? las personas ni favoreciesen ? ninguno dellos, excepto ? la justicia; y luego visto por aquellos caballeros el Real mando, acordaron de se juntar en unas casas y palacios donde posaba el gran canciller, y mandaron parecer al Narvaez y al Crist?bal de Tapia, y al piloto de Umbr?a y ? C?rdenas, y ? Manuel de Rojas y ? Benito Martin y ? un Velazquez, que estos eran procuradores del Diego Velazquez; y asimismo parecieron por la parte de Cort?s su padre Martin Cort?s y el licenciado Francisco Nu?ez y Francisco de Montejo y Diego de Ord?s, y mandaron ? los procuradores del Diego Velazquez que propusiesen todas las quejas y demandas y cap?tulos contra Cort?s, y dan las mismas quejas que dieron ante su majestad.

? esto respondieron por Cort?s sus procuradores, que ? lo que decian que habia enviado el Diego Velazquez ? descubrir la Nueva-Espa?a de los primeros, y gast? muchos pesos de oro, que no fu? as? como dicen: que los que lo descubrieron fu? un Francisco Hernandez de C?rdoba con ciento y diez soldados ? su costa; y que ?ntes el Diego Velazquez es digno de gran pena, porque mandaba ? Francisco Hernandez y ? los compa?eros que lo descubrieron que fuesen ? la isla de los Guanajes ? cautivar indios por fuerza para se servir dellos como esclavos; y desto mostraron probanzas, y no hubo contradiccion en ello.

Y tambien dijeron que si el Diego Velazquez volvi? ? enviar ? su pariente Grijalva con otra armada, que no le mand? el Diego Velazquez poblar, sino rescatar, y que todo lo m?s que se gast? en la armada pusieron los capitanes que fueron en los nav?os, y no Diego Velazquez, y que uno dellos era el mismo Francisco Montejo, que all? estaba presente, y los demas fueron Pedro de Albarado y Alonso de ?vila, ? que rescataron veinte mil pesos, ? que se qued? con todo lo m?s dellos el Diego Velazquez, y lo envi? al Obispo de B?rgos para que le favoreciese, y que no di? parte dello ? su majestad, sino lo que quiso, y que, demas de aquello, le di? indios al mismo Obispo en la isla de Cuba, que le sacaban oro: y que ? su majestad no le di? ningun pueblo, siendo m?s obligado ? ello que no el Obispo; de lo cual hubo buena probanza, y no hubo contradiccion en ello.

Tambien dijeron que si envi? ? Fernando Cort?s con otra armada, que fu? elegido primeramente por gracia de Dios y en ventura del mismo Emperador nuestro C?sar ? se?or, ? que tienen por cierto que si otro capitan enviaran, que le desbarataran, segun la multitud de guerreros que contra ?l se juntaban; y que cuando le envi? el Diego Velazquez que, no le enviaba ? poblar, sino ? rescatar; de lo cual hubo probanzas dello; y que si se qued? ? poblar fu? por los requirimientos que los compa?eros le hicieron, y que viendo que era servicio de Dios y de su majestad, pobl?, y fu? cosa muy acertada, y que dello se hizo relacion ? su majestad y se le envi? todo el oro que pudo haber, y que se le escribi? sobre ello dos cartas haci?ndole saber todo lo sobredicho: y que para obedecer sus Reales mandos estaba Cort?s con todos sus compa?eros los pechos por tierra; y se le hizo relacion de todas las cosas que el Obispo de B?rgos hacia por el Diego Velazquez, y que enviamos nuestros procuradores con el oro y cartas, y que el Obispo encubria nuestros muchos servicios, y que no enviaba ? su majestad nuestras cartas, sino otras de la manera que ?l queria, y que el oro que enviamos, que se quedaba con todo lo m?s dello, y que torcia todas las cosas que convenian que su majestad fuese sabidor dellas, y que en cosa ninguna le decia verdaderamente lo que era obligado ? nuestro Rey y se?or, y que porque nuestros procuradores querian ir ? Flandes delante de su Real persona, ech? preso al uno dellos, que se decia Alonso Hernandez Puertocarrero, primo del conde de Medellin y que muri? en la c?rcel, y que mandaba el mesmo Obispo ? los oficiales de la casa de la contratacion de Sevilla que no diesen ayuda ninguna ? Cort?s, as? de armas como de soldados, sino que en todo le contradijesen, ? que ? boca llena nos llamaban de traidores; ? que todo esto hacia el Obispo porque tenia tratado casamiento con el Diego Velazquez ? con el Tapia de casar una sobrina que se decia do?a Petronila de Fonseca, y le habia prometido que le haria gobernador de M?jico; y para todo esto que he dicho mostraron traslados de las cartas que hubimos escrito ? su majestad, ? otras grandes probanzas; y la parte de Diego Velazquez no contradijo en cosa ninguna, porque no habia en qu?.

Volvamos ? decir en los descargos que daban nuestros procuradores, y es, que ? lo que dicen que no quiso Cort?s obedecer las Reales provisiones que llevaba Narvaez, y le di? guerra y le desbarat? y quebr? un ojo, y prendi? ? ?l y todos sus compa?eros y capitanes, y les puso fuego ? los aposentos.

? esto respondieron que, as? como lleg? Narvaez ? la Nueva-Espa?a y desembarc?, que la primera cosa que hizo el Narvaez fu? enviar ? decir al gran cacique Montezuma, que Cort?s tenia preso, que le venia ? soltar y ? matar todos los que est?bamos con Cort?s, y que alborot? la tierra de manera, que lo que estaba pac?fico se volvi? en guerra, ? que como Cort?s supo que habia venido al puerto de la Veracruz, le escribi? muy amorosamente, y que si traia provisiones de su majestad, que las queria ver y obedeceria con aquel acato que se debe ? su Rey y se?or; y que no le quiso responder ? sus cartas, sino siempre en su real llam?ndole de traidor, no lo siendo, sino muy leal servidor de su majestad; ? que mand? pregonar Narvaez en su real guerra ? fuego y sangre y ropa franca contra Cort?s ? sus compa?eros; y que le rog? muchas veces con la paz, y que mirase no revolviese la Nueva-Espa?a de manera que diese causa para que todos se perdiesen, y que se apartaria ? una parte, cual ?l quisiese, ? conquistar, y el Narvaez fuese por la parte que m?s le agradase, y que entrambos sirviesen ? Dios y ? su majestad, ? pacificasen aquellas tierras; y tampoco le quiso responder ? ello; y como Cort?s vi? que no aprovechaban todos aquellos cumplimientos ni le mostraba las Reales provisiones, y supo el gran desacato que habia hecho el Narvaez en prender al oidor de su majestad, que para lo castigar por aquel delito acord? de ir ? hablar con ?l para ver las Reales provisiones, ? ? saber por qu? causa prendi? al oidor; y que el Narvaez tenia concertado de prender ? Cort?s sobre seguro; y para ello presentaron probanzas y testimonios bastantes, y aun por testigo ? Andr?s de Duero, que se hall? por la parte del Narvaez cuando aquello pas?, y el mismo Duero fu? el que di? aviso ? Cort?s dello; y ? todo esto la parte del Diego Velazquez no habia en qu? contradecir cosa ninguna sobre ello.

? ? lo que le acusaban que vino ? P?nuco Francisco de Garay, y con grande armada, y provisiones de su majestad en que le hacian gobernador de aquella provincia, y que Cort?s tuvo astucias y gran diligencia para que se le amotinasen al Garay sus soldados, y los indios de la misma provincia mataron ? muchos dellos, y le tom? ciertos nav?os, ? hizo otras demas?as hasta que el Garay se vi? perdido y desamparado y sin capitanes y soldados, y se fu? ? meter por las puertas de Cort?s y le aposent? en sus casas, y que dende ? ocho dias que le di? un almuerzo de que muri?, de ponzo?a que le dieron en ?l; ? esto respondieron que no era as?, porque no tenia necesidad de los soldados que el Garay tenia para les hacer amotinar, sino que, como el Garay no era hombre para la guerra, no se daba ma?a con los soldados, y como no toparon con la tierra cuando desembarc?, sino grandes rios y malas ci?nagas y mosquitos y murci?galos, y los que traia en su compa??a tuvieron noticia de la gran prosperidad de M?jico y las riquezas y la buena fama de la liberalidad de Cort?s, que por esta causa se le iban ? M?jico, y que por los pueblos de aquellas provincias andaban ? robar sus soldados ? los naturales y les tomaban sus hijas y mujeres, y que se levantaron contra ellos y le mataron los soldados que dicen, y que los nav?os, que no los tom?, sino que dieron al trav?s; y si envi? sus capitanes Cort?s, fu? para que hablasen al Garay, ofreci?ndoseles por Cort?s, y tambien para ver las Reales provisiones, si eran contrarias de las que ?ntes tenia Cort?s; y que vi?ndose el Garay desbaratado de sus soldados, y nav?os dados al trav?s, que se vino ? socorrer ? M?jico, y Cort?s le mand? hacer mucha honra por los caminos y banquetes de Tezcuco, y cuando entr? en M?jico le sali? ? recebir y le aposent? en sus casas, y habian tratado casamiento de los hijos, ? que le queria dar favor ? ayudar para poblar el rio de Palmas, ? que si cay? malo, que Dios fu? servido de le llevar deste mundo, ?qu? culpa tiene Cort?s para ello? Y que se le hicieron muchas honras al enterramiento y se pusieron lutos, y que los m?dicos que lo curaban juraron que era dolor de costado, y que esta es la verdad; y no hubo otra contradiccion.

? ? lo que decian que llevaba quinto como Rey, respondieron que cuando lo hicieron capitan general y justicia mayor hasta que su majestad mandase en ello otra cosa, le prometieron los soldados que le darian quinto de las partes, despues de sacado el real quinto, ? que lo tom? por causa que despues gastaba cuanto tenia en servicio de su majestad, como fu? en lo de la provincia de P?nuco, que pag? de su hacienda sobre seis mil pesos de oro, y envi? en presentes ? su majestad mucho oro de lo que le habia caido del quinto; y mostraron probanzas de todo lo que decian, y no hubo contradiccion por los procuradores de Diego Velazquez.

? ? lo que decian que ? los soldados les habia tomado Cort?s sus partes del oro que les cabia, dijeron que les dieron conforme ? la cuenta del oro que se hall? en la toma de M?jico, porque se hall? muy poco, que todo lo habian robado los indios de Tlascala y Tezcuco y los demas guerreros que se hallaron en las batallas y guerras; y no hubo contradiccion sobre ello.

? ? lo que dijeron que Cort?s habia mandado quemar los pi?s con aceite ? Guatemuz ? otros caciques porque diesen oro, ? esto respondieron que los oficiales de su majestad se los quemaron, contra la voluntad de Cort?s, porque descubriesen el tesoro de Montezuma; y para esto dieron informacion bastante.

Y ? lo que le acusaban que habia labrado muy grandes casas, y habia en ellas una villa, y que hacia traer los ?rboles y cipreses y piedras de l?jas tierras, ? esto respondieron que las casas es verdad que son muy suntuosas, y que para servir con ellas y cuanto tiene Cort?s ? su majestad las hizo fabricar en su Real nombre, ? que los ?rboles ? cipreses, que est?n junto ? la ciudad ? que los traian por agua, ? que piedra, que habia tanta de los adoratorios que deshicieron de los ?dolos, que no habia menester traella de fuera, ? que para las labrar no hubo menester m?s de mandar al gran cacique Guatemuz que las labrase con los indios oficiales, que hay muchos de hacer casas ? carpinteros, ? que el Guatemuz llam? de todos sus pueblos para ello, ? que as? se usaba entre los indios hacer las casas y palacios de los se?ores.

? ? lo que se quejaba Narvaez que le sac? Alonso de ?vila las provisiones Reales por fuerza, y no se las quiso dar y public? que eran obligaciones que le debian al Narvaez de ciertos caballos ? yeguas que habian vendido, que venia ? cobrar, ? que fu? por mandado de Cort?s; ? esto respondieron que no vieron provisiones, sino solamente tres obligaciones que le debian al Narvaez de caballos ? yeguas que habia vendido fiadas, ? que Cort?s nunca tales provisiones vi? ni le mand? tomar.

? ? lo que se quejaba el piloto Umbr?a, que Cort?s le mand? cortar y deszocar los pi?s sin causa ninguna, ? esto respondieron que por justicia y sentencia que sobre ello hubo se le cortaron, porque se queria alzar con un nav?o y dejar en la guerra ? su capitan y venirse ? Cuba ?l y otros dos hombres que Cort?s mand? ahorcar por justicia.

? ? lo que el C?rdenas demandaba, que no le habian dado parte del primer oro que se envi? ? su majestad, dijeron que ?l firm? con otros muchos que no queria parte de ello, sino que se enviase ? su majestad, y que allende desto, le di? Cort?s trescientos pesos para que trujese ? su mujer ? hijos, ? que el C?rdenas no era hombre para la guerra, ? que era mentecato ? de poca calidad, ? que con los trescientos pesos estaba muy bien pagado.

Y ? la postre respondieron que, si fu? Cort?s contra el Narvaez, y le desbarat? y quebr? el ojo, y le prendi? ? ?l y ? sus capitanes, y se le quem? su aposento, que el Narvaez fu? causa dello por lo que dicho y alegado tienen, y por le castigar el gran desacato que tuvo de prender ? un oidor de su majestad, y como la justicia era por la parte de Cort?s y sus compa?eros, que en aquella batalla que hubo con Narvaez fu? nuestro Se?or servido dar victoria ? Cort?s, que con ducientos y sesenta y seis soldados, sin caballos ? sin arcabuces ni ballestas, desbarat? con buena ma?a y con d?divas de oro al Narvaez, y le quebr? el ojo, y prendi? ? ?l y sus capitanes, siendo contra Cort?s mil trescientos soldados, y entre ellos ciento de ? caballo y otros tantos escopeteros y ballesteros, y que si Narvaez quedara por capitan, la Nueva-Espa?a se perdiera.

Y ? lo que decian el Crist?bal de Tapia, que venia para tomar la gobernacion de la Nueva-Espa?a con provisiones de su majestad, y que no le quisieron obedecer, ? esto responden que el Crist?bal de Tapia, que delante estaba, fu? contento de vender unos caballos y negros; que si ?l fuera ? M?jico, adonde Cort?s estaba, y le mostrara sus recaudos, obedeciera; mas que viendo todos los caballeros y cabildos de todas las ciudades y villas que convenia que Cort?s gobernase en aquella sazon, porque vieron que el Tapia no era capaz para ello, que suplicaron de las Reales provisiones para ante su majestad, y segun parecer? de los autos que sobre ello pasaron.

Y cuando hubieron acabado de poner por la parte del Diego Velazquez y del Narvaez sus demandas, ? aquellos caballeros que estaban por jueces vieron las respuestas y lo que por la parte de Cort?s fu? alegado, y todo probado, y sobre ello habian estado embarazados cinco dias en ir ? los unos y ? los otros, acordaron de ponello todo en la consulta con su majestad; y despues de muy acordado por todos en ella, lo que fu? sentenciado es esto: lo primero, que dieron por muy bueno y leal servidor de su majestad ? Cort?s y ? todos nosotros los verdaderos conquistadores que con ?l pasamos, y tuvieron en mucho nuestra gran felicidad, y loaron y ensalzaron en gran manera las grandes batallas y osad?a que contra los indios tuvimos, y no se olvid? de decir c?mo, siendo nosotros tan pocos, desbaratamos al Narvaez; y luego mandaron poner silencio al Diego Velazquez acerca del pleito de la gobernacion de la Nueva-Espa?a, y que si algo habia gastado en los armadas, que por justicia lo pidiese ? Cort?s; y luego declararon por sentencia que Cort?s fuese gobernador de la Nueva-Espa?a, segun lo mand? el Sumo Pont?fice, ? que daban en nombre de su majestad los repartimientos por buenos, que Cort?s habia hecho, y le dieron poder para repartir la tierra desde all? adelante, y por bueno todo lo que habia hecho, porque claramente era servicio de Dios y de su majestad.

En lo de Garay ni en otras cosas de las acusaciones que le ponian, que pues no daban informaciones tocantes acerca dello, que lo reservaban para el tiempo andando, y le enviarian ? tomar residencia; y en lo que Narvaez pedia, que le tomaron sus provisiones del seno, ? que fu? Alonso de ?vila, que estaba en aquella sazon preso en Francia, que le prendi? Juan Florin, frances, gran corsario, cuando rob? la rec?mara que llam?bamos de Montezuma, dijeron aquellos caballeros que lo fuese ? pedir ? Francia, y que le citasen pareciese en la c?rte de su majestad, para ver lo que sobre ello respondia; y ? los dos pilotos Umbr?a y C?rdenas les mandaron dar c?dulas Reales para que en la Nueva-Espa?a les d?n indios que renten ? cada uno mil pesos de oro.

Y mandaron que todos los conquistadores fu?semos antepuestos y nos diesen buenas encomiendas de indios, y que nos pudi?semos asentar en los m?s preeminentes lugares, as? en las santas iglesias como en otras partes.

Pues ya dada y pronunciada esta sentencia por aquellos caballeros que su majestad puso por jueces, llev?ronla ? firmar ? Valladolid, donde su majestad estaba, porque en aquel tiempo pas? de Flandes, y en aquella sazon mand? pasar all? toda su Real c?rte y consejo, y firm?la su majestad, y di? otras sus Reales provisiones para echar los tornadizos de la Nueva-Espa?a, porque no hubiese contradiccion en la conversion de los naturales.

Y asimismo mand? que no hubiese letrados por ciertos a?os, porque do quiera que estaban revolvian pleitos ? debates y ziza?as; y di?ronse todos estos recaudos firmados de su majestad y se?alados de aquellos caballeros que fueron jueces, y de don Garc?a de Padilla, en la misma villa de Valladolid, ? 17 de Mayo de mil y quinientos y tantos a?os, y venian refrendadas del secretario don Francisco de los C?bos, que despues fu? comendador mayor de Leon; y ent?nces escribi? su majestad ces?rea ? Cort?s ? ? todos los que con ?l pasamos, agradeci?ndonos los muchos y buenos ? notables servicios que le haciamos; y tambien en aquella sazon el Rey don Hernando de Hungr?a, Rey de romanos, que ans? se nombraba, padre del Emperador que agora es, escribi? otra carta en respuesta de lo que Cort?s le habia escrito, y enviado presentadas muchas joyas de oro; y lo que decia el Rey de Hungr?a en la carta que escribi? ? Cort?s era, que ya tenia noticia de los muchos y grandes servicios que habia hecho ? Dios primeramente, y ? su se?or y hermano el Emperador, y ? toda la Cristiandad, y que en todo lo que se le ofreciese, que se lo haga saber, porque sea intercesor en ello con su se?or y hermano el Emperador, porque de mucho m?s era merecedora su generosa persona, y que diese sus encomiendas ? los fuertes soldados que le ayudaron; y decia otras palabras de ofrecimientos; y acu?rdaseme que en la firma decia: <> y refrendada de su secretario, que se decia Fulano de Castillejo; y esta carta yo la le? dos ? tres veces en M?jico, porque Cort?s me la mostr? para que viese en cu?n grande estima ?ramos tenidos los verdaderos conquistadores, de su majestad.

Pues como todos estos despachos tuvieron nuestros procuradores, luego enviaron con ellos por la posta ? un Rodrigo de Paz, primo de Cort?s y deudo del licenciado Francisco Nu?ez, y tambien vino con ellos un hidalgo de Extremadura, pariente del mismo Cort?s, que se decia Francisco de las Casas, y trajeron un buen nav?o velero, y vinieron camino de la isla de Cuba, y en Santiago de Cuba, donde Diego Velazquez estaba por gobernador, se le notificaron las Reales provisiones y sentencia, para que se dejase del pleito de Cort?s y le demandase los gastos que habia hecho; la cual notificacion se hizo con trompetas; y el Diego Velazquez, de pesar, cay? malo, y dende ? pocos meses muri? muy pobre y descontento, y por no volver yo otra vez ? recitar lo que en Castilla negoci? el Francisco de Montejo y el Diego de Ord?s, dir?lo ahora, y fu? as?: que al Francisco de Montejo su majestad le hizo merced de la gobernacion y adelantamiento de Yucatan ? Cozumel, y trajo don y se?or?a, y al Diego de Ord?s su majestad le confirm? los indios que tenia en la Nueva-Espa?a y le di? una encomienda del se?or Santiago, y el volcan que estaba cabe Guaxocingo por armas, y con ello se vinieron ? la Nueva-Espa?a.

Desde ? dos ? tres a?os el mismo Ord?s volvi? ? Castilla y demand? la conquista del Mara?on, donde se perdi? ?l y su hacienda.

Dejemos desto, y digamos c?mo el Obispo de B?rgos, que en aquella sazon supo los grandes favores que su majestad hizo ? Cort?s y ? todos nosotros los conquistadores, y c?mo muy claramente aquellos caballeros que fueron jueces habian alcanzado ? saber los tratos que entre ?l y Diego Velazquez habia, y c?mo tomaba el oro que envi?bamos ? su majestad, y encubria y torcia nuestros muchos servicios, y aprobaba por buenos los de su amigo Diego Velazquez, si muy triste y pensativo estaba de ?ntes, ahora desta vez cay? malo dello y de otros enojos que tuvo con un caballero su sobrino, que se decia D. Alonso de Fonseca, Arzobispo que fu? de Santiago, porque pretendia aquel arzobispado de Santiago el don Juan Rodriguez de Fonseca.

Dejemos de hablar desto, y digamos c?mo el Francisco de las Casas y el Rodrigo de Paz llegaron ? la Nueva-Espa?a, y entraron en M?jico con las Reales provisiones que de su majestad traian para ser gobernador Cort?s, qu? alegr?as y regocijos se hicieron, y qu? de correos fueron por todas las provincias de la Nueva-Espa?a ? demandar albricias ? las villas que estaban pobladas, y qu? mercedes hizo Cort?s al de las Casas y al Rodrigo de Paz y ? otros que venian en su compa??a, que eran de Medellin, su tierra de Cort?s; y es, que al Francisco de las Casas le hizo capitan y le di? luego un buen pueblo que se dice Anguitlan, y al Rodrigo de Paz le di? otros muy buenos y ricos pueblos, y le hizo su mayordomo mayor y su secretario, y mandaba absolutamente al mismo Cort?s; y tambien ? los que vinieron de su tierra de Medellin, ? todos les di? indios, y al maestre del nav?o en que trajeron la nueva de c?mo Cort?s era gobernador le di? oro, con que volvi? rico ? Castilla.

Dejemos ahora esto de recitar las alegr?as y albricias que se dieron por las nuevas, y quiero decir lo que me han preguntado algunos curiosos letores, y tienen razon de poner pl?tica sobre ello, que, ?c?mo pude yo alcanzar ? saber lo que pas? en Espa?a, as? de lo que mand? Su Santidad como de las quejas que dieron de Cort?s, y las respuestas que sobre ello propusieron nuestros procuradores, y la sentencia que sobre ello se di?, y otras muchas particularidades que aqu? digo y declaro, estando yo en aquella sazon conquistando en la Nueva-Espa?a ? sus provincias, no lo pudiendo ver ni oir? Yo les respond? que, no solamente lo alcanc? yo ? saber, sino que todos los m?s conquistadores que lo quisieron ver y leer en cuatro ? cinco cartas y relaciones por sus cap?tulos declarado, c?mo y cu?ndo y en qu? tiempo acaeci? lo por m? dicho; las cuales cartas y memoria las escribieron de Castilla nuestros procuradores porque conoci?semos que entendian con mucho calor en nuestros negocios.

Yo dije en aquel tiempo muchas veces que solamente lo que procuraban, segun pareci?, era por las cosas de Cort?s y las suyas dellos, y que nosotros los que lo gan?bamos y conquist?bamos, y le pusimos en el estado que Cort?s estaba, quedamos siempre con un trabajo sobre otro, y roguemos ? nuestro Se?or Dios nos d? favor y ?nimo, y ponga en corazon ? nuestro gran C?sar mande que su recta justicia se cumpla, pues que en todo es muy cat?lico.

Pasemos adelante, y digamos en lo que Cort?s entendi? desque le vino la gobernacion.

DE EN LO QUE CORT?S ENTENDI? DESPUES QUE LE VINO LA GOBERNACION DE LA NUEVA-ESPA?A, C?MO Y DE QU? MANERA REPARTI? LOS PUEBLOS DE INDIOS, ? OTRAS COSAS QUE M?S PASARON, Y UNA MANERA DE PLATICAR QUE SOBRE ELLO SE HA DECLARADO ENTRE PERSONAS DOCTAS.

Ya que le vino la gobernacion de la Nueva-Espa?a ? Hernando Cort?s, par?ceme ? m? y ? otros conquistadores de los antiguos, de los m?s experimentados y maduro consejo, que lo que habia de mirar Cort?s era acordarse desde el dia que sali? de la isla de Cuba y tener atencion ? todos los trabajos en que se vi?, as? cuando en lo de los arenales, cuando desembarcamos, qu? personas fueron en le favorecer para que fuese capitan general y justicia mayor de la Nueva-Espa?a; y lo otro, qui?n fueron los que se hallaron siempre ? su lado en todas las guerras, as? de Tabasco y Cingapacinga, y en tres batallas de Tlascala, y en la de Cholula cuando tenian puestas las ollas con aj? para nos comer cocidos; y tambien qui?n fueron en favorecer su partido cuando por seis ? siete soldados que no estaban bien con ?l le hacian requirimientos que se volviese ? la Villa-Rica y no fuese ? M?jico, poni?ndole por delante la gran pujanza de guerreros y gran fortaleza de la ciudad; y qui?n fueron los que entraron con ?l en M?jico y se hallaron en prender al gran Montezuma; y luego que vino P?nfilo de Narvaez con su armada, qu? soldados fueron los que llev? en su compa??a y le ayudaron ? prender y desbaratar al Narvaez; y luego qui?n fueron los que volvieron con ?l ? M?jico al socorro de Pedro de Albarado, y se hallaron en aquellas fuertes y grandes batallas que nos dieron, hasta que salimos huyendo de M?jico, que de mil y trecientos soldados quedaron muertos sobre ochocientos y cincuenta, con los que mataron en Tustepeque ? por los caminos, y no escapamos sino cuatrocientos y cuarenta muy heridos, y ? Dios misericordia.

Y tambien se le habia de acordar de aquella muy temerosa batalla de Obtumba, qui?n, despues de dos dias, se la ayud? ? vencer y salir de aquel tan gran peligro; y despues qui?n y cu?ntos le ayudaron ? conquistar lo de Tepeaca y Cachula y sus comarcas, como fu? Ozucar y Guacachula y otros pueblos; y la vuelta que dimos por Tezcuco para M?jico, y de otras muchas entradas que desde Tezcuco hicimos, as? como la de Iztapalapa, cuando nos quisieron anegar con echar el agua de la laguna, como echaron, crey?ndonos ahogar; y asimismo las batallas que hubimos con los naturales de aquel pueblo y mejicanos que les ayudaron; y luego la entrada del Saltocan y los pe?oles que llaman hoy dia del Marqu?s, y otras muchas entradas; y el rodear de los grandes pueblos de la laguna, y de los muchos rencuentros y batallas que en aquel viaje tuvimos, as? de los de Suchimileco como de los de Tacuba; y vueltos ? Tezcuco, qui?n le ayud? contra la conjuracion que tenian concertado de le matar, cuando sobre ello ahorc? un Villafa?a; y pasado esto, qui?n fueron los que le ayudaron ? conquistar ? M?jico, y en noventa y tres dias, ? la continua de dia y de noche, tener batallas y muchas heridas y trabajos, hasta que se prendi? ? Guatemuz, que era el que mandaba en aquella sazon ? M?jico; y qui?n fueron en le ayudar y favorecer cuando vino ? la Nueva-Espa?a un Crist?bal de Tapia para que le diese la gobernacion.

Y demas de todo esto, qui?nes fueron los soldados que escribimos tres veces ? su majestad en loor de los grandes y muchos y buenos servicios que Cort?s le habia hecho, y que era digno de grandes mercedes y le hiciese gobernador de la Nueva-Espa?a.

No quiero aqu? traer ? la memoria otros servicios que siempre ? Cort?s haciamos; pues los varones y fuertes soldados que en todo esto nos hallamos, y ahora que le vino la gobernacion, que, despues de Dios, con nuestra ayuda se la dieron, bien fuera que tuviera cuenta con Pedro, Sancho y Martin y otros que lo merecian; y el soldado y compa?ero que estaba por su ventura en Colima ? en Zacatula, ? en P?nuco ? en Guacacualco, y los que andaban huyendo cuando despoblaron ? Tutepeque, y estaban pobres y no les cupo suerte de buenos indios, pues que habia bien que dalles; y sacalles de mala tierra, pues que su majestad muchas veces se lo mandaba y encargaba por sus reales cartas misivas, y no daba Cort?s nada de su hacienda, hab?ales de dar con que se remediasen, y en todo anteponelles; y siempre cuando escribiese ? los procuradores que estaban en Castilla en nuestro nombre, que procurasen por nosotros; y el mismo Cort?s habia de escribir muy afectuosamente para que nos diese para nosotros y nuestros hijos cargos y oficios reales, todos los que en la Nueva-Espa?a hubiese; mas digo que mal ageno de pelo cuelga, ? que no procuraba sino para ?l; lo uno la gobernacion que le trajeron ?ntes que fuese marqu?s, ? despues que fu? ? Castilla y vino marqu?s.

Dejemos esto, y pongamos aqu? otra manera, que fuera harto buena y justa para repartir todos los pueblos de la Nueva-Espa?a, segun dicen muy doctos conquistadores, que lo ganamos, de prudente y maduro juicio; que lo que habia de hacer es esto; hacer cinco partes la Nueva-Espa?a, y la quinta parte de las mejores ciudades y cabeceras de todo lo poblado dalla ? su majestad de su Real quinto, y otra parte dejalla por repartir, para que fuese la renta della para iglesias y hospitales y monasterios, y para que S. M., si quisiese hacer algunas mercedes ? caballeros que le hayan servido en Italia, de all? pudiera haber para todos; y las tres partes que quedaran repartillas en su persona de Cort?s y en todos nosotros los verdaderos conquistadores, segun y de la calidad que sentia que era cada uno, y dallas perp?tuos, porque en aquella sazon su majestad lo tuviera por bien; porque, como no habia gastado cosa ninguna en estas conquistas, ni sabia ni tenia noticia destas tierras, estando como estaba, en aquella sazon en Flandes, y viendo una buena parte de las del mundo que le entregamos, como sus muy leales vasallos, lo tuviera por bien y nos hiciera merced dellas, y con ello qued?ramos; y no anduvi?ramos ahora, como andamos, abatidos y de mal en peor, y muchos de los conquistadores no tenemos con qu? nos sustentar; ?que har?n los hijos que dejamos? Quiero decir lo que hizo Cort?s, y ? qui?n di? los pueblos.

Primeramente al Francisco de las Casas, ? Rodrigo de Paz, al factor y veedor y contador que en aquella sazon vinieron de Castilla; ? un Avalos y ? Saavedra, sus deudos; ? un Barrios, con quien cas? su cu?ada, hermana de su mujer do?a Catalina Juarez; y ? Alonso L?cas, y ? un Juan de la Torre, y ? Luis de la Torre, ? Villegas, y ? un Alonso Valiente, y ? un Ribera el tuerto.

Y, ?para qu? cuento yo estos pocos? Que ? todos cuantos vinieron de Medellin, ? otros criados de grandes se?ores, que le contaban cuentos de cosas que le agradaban, los di? lo mejor de la Nueva-Espa?a.

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